Recta final hacia las elecciones del 10-N. Si no hay fumata blanca (candidato a la investidura con posibilidades de ganarla), el lunes 23 se habrá agotado el plazo constitucional antes de la disolución automática de la XIII Legislatura.
La incógnita se despejará seguramente este mismo martes 17, o el miércoles. Felipe VI decidirá entonces si propone a un candidato. Y si éste asume el emplazamiento, en función de si cuenta o no con los apoyos suficientes. Pero todos los vectores anuncian la repetición de elecciones por incapacidad de la clase política para encontrar un aspirante con mayoría suficiente. Son las marcas del escenario, en plena ronda de consultas del Rey con los líderes de los partidos. Con fumata negra hasta ahora. Y sólo dos añadidos. Uno, la irrelevante propuesta de Rivera que ofrece la abstención del PP y Cs a cambio de tres compromisos imposibles del PSOE. Y otro, la ratificación de Sánchez en sus posiciones negociadoras ante UP.
El fracaso de esas negociaciones es la causa principal de la muy probable vuelta a las urnas. En la izquierda cursa como un tiro en el pie amartillado por el propio Sánchez en el debate del pasado miércoles en el Congreso: "¿De qué sirve una izquierda que pierde incluso cuando gana?".
La frase quiso ser pedrada contra UP, al que acusa de impedir una vez más un gobierno progresista. Pero puede volverse contra los socialistas si la izquierda desalentada se queda en su casa el 10-N mientras se moviliza la derecha con un discurso que acusa a Sánchez e Iglesias de pugnar por los sillones y no por el bien general. Un discurso que, además, asocie la inestabilidad del país con el desencuentro de la izquierda.
Sánchez no niega el desencuentro, aunque lo relaciona con la profesión de unos principios que no le permiten "ser presidente a cualquier precio". Se refiere a los graves inconvenientes de tener un gobierno "bicéfalo". Es su coartada para encubrir la decisión ya tomada de buscar en las urnas el tesoro de la gobernabilidad con el apoyo de un centro social y político incomprensiblemente abandonado. Tanto por el PP y Ciudadanos, claramente escorados a la derecha, como por Unidas Podemos, cuyas bases ideológicas proclaman la aversión al régimen del 78, a la Monarquía y a la actuación del Estado en Cataluña.
Entretanto, uno se atreve a celebrar en clave política el triunfo de España en el Mundial de Baloncesto. Hemos sido campeones con una coalición donde los colores de España se antepusieron al interés de los equipos a los que sus jugadores pertenecen. El interés general, como razón superior y objetivo de mayor cuantía. Si lo ha hecho Scariolo, que además es extranjero, ¿por qué no lo ha podido hacer Sánchez?
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