Andrés Samper forma parte de ese voluminoso grupo de cargos institucionales de Ciudadanos que han dado el salto directo de la ‘sociedad civil’ a la actividad política sin antes pasar por la siempre valiosa experiencia de una alcaldía o de una concejalía. Por su juventud se puede decir que Ciudadanos sigue siendo aún un partido en construcción. Casi de la noche a la mañana se ha encontrado con la necesidad de cubrir miles de puestos en Ayuntamientos y parlamentos y gobiernos autonómicos con una estructura de partido muy pobre y con una afiliación tan escasa que es casi testimonial. Esta decisión de echar mano de candidatos ajenos a la política ha sido vendida por Albert Rivera como una forma de abrir la actividad pública a la sociedad. La realidad es bien distinta: Ciudadanos da entrada a tantos independientes porque su nómina de afiliados cualificados es muy escasa y está agotada desde hace mucho tiempo. Éste no es el caso, por ejemplo, del PSOE o del Partido Popular, que tienen miles de candidatos con experiencia en los distintos niveles institucionales. Hoy, para hacer carrera política, el camino más corto es apuntarse a cualquiera de los partidos emergentes (Ciudadanos, Vox y Podemos), que disponen de una precaria plantilla de personal.
Como apuntaba al principio, Andrés Samper pertenece a este grupo de neonatos políticos. De su consulta de médico de familia y dietista ha dado el salto al Parlamento de Andalucía sin antes haberse baqueteado en una alcaldía o alguna concejalía. Y, por lo que se ve, nadie de Ciudadanos le ha advertido de que la política se rige por unos cánones que son distintos de los que rigen en cualquier otra función profesional. En la vida privada ser honrado es un mérito. En la vida política no es suficiente mérito ser honrado, sino que también hay que parecerlo. Diría, incluso, que principalmente hay que parecerlo.
Lo ocurrido a Andrés Samper con lo de BlablaCar no deja de ser una anécdota, una tontería. Por si aún hay algún lector que no se ha enterado del caso, se lo recuerdo: Samper tiene que viajar todas las semanas a Sevilla para cumplir con sus obligaciones parlamentarias como diputado por Almería que es. El viaje lo hace en coche, y viaja él solo, porque su compañera Marta Bosquet, al ser presidenta del Parlamento, tiene agenda propia y, además, disfruta de coche oficial. BlaBlaCar es una plataforma de internet que pone en contacto a personas que viajan a una misma ciudad para compartir vehículo. Samper no ha tenido mejor idea que apuntarse a esa plataforma para buscarse compañeros de viaje a Sevilla. Ya ha llevado a varios. Por cada uno de ellos ha percibido 24,50 euros, de los que 4,50 se lleva de comisión la plataforma. Como se sabe, el Parlamento de Andalucía cubre mediante dietas y kilometraje los gastos de desplazamiento de los diputados desde su ciudad de origen hasta Sevilla.
La decisión de Andrés Samper de suscribirse a BlaBlaCar ha sido más un acto de bisoñez política que un acto con fines crematísticos, creo yo. Dice él mismo que lo ha hecho porque necesitaba compañeros de viaje, porque el viaje frecuente de Almería a Sevilla se hace muy pesado si no tienes al lado con quien charlar. Le creo. No obstante, habría que haberle recordado que hay otras fórmulas para encontrar compañeros de viaje sin necesidad de percibir retribución económica alguna.
Andrés Samper no debía dimitir, y de hecho no ha dimitido, por haber cometido el desliz de haberse apuntado a BlaBlaCar y percibir por ello una gratificación económica que ni siquiera alcanza los 100 euros. Este error se hubiera subsanado con una rectificación en forma de baja en la plataforma y la devolución de las cantidades cobradas a sus acompañantes. La dimisión se produce de forma obligada por la reacción que tuvo al conocer la difusión de la noticia y ver publicado su ofrecimiento en BlaBlaCar. De forma acelerada y sin encomendarse a reflexión alguna, el día 23 de octubre, a las 18,35 horas, no tuvo mejor ocurrencia que publicar este bochornoso tuit: “Desmiento rotundamente esa noticia. Alguien ha tomado una foto mía para publicar eso”. O sea, que Samper no dimite por la bisoñez de apuntarse a la plataforma de viajes, sino por su reacción de negar unos hechos cuya veracidad era fácilmente comprobable.
Hoy, domingo, Andrés Samper ya no es diputado, está dado de baja en la plataforma BlaBlaCar y su cuenta de Twitter ha desaparecido. Le ha faltado un detalle: comparecer ante sus electores y explicarles lo sucedido. No es tan grave el asunto como para huir avergonzado. Si lo hubiera hecho y hubiera explicado las cosas tal como han sido nos hubiéramos ahorrado relatos tan fantasiosos como ese de Juan Marín de que esto ha pasado porque un día Andrés Samper mató con su coche un perro.
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Marta Bosquet