Los experimentos, mejor con gaseosa

Desde que mi vecino Vicentito se quedara cerca de conseguir el récord mundial de voladuras de dormitorio gracias a una imprudente manipulación de todos los productos del Quimicefa, ese juego que despertaba tu vocación de científico loco, no recuerdo otro experimento más dañino para su autor que la última -por el momento- ocurrencia electoral del Dr. Sánchez. Menudo petardo. No sólo ha perdido escaños, sino que ha conseguido meter en el Parlamento a una purria de independentistas y radicales en los que se tendrá que apoyar si quiere gobernar. Y aún hay más: la insólita superchería tribal de pretender ganar votos moviendo de sitio la momia de Franco no le ha rentado como le aseguraron sus chamanes. La derecha más radical y populista está encantada de haberse conocido y está haciendo como el torero Luis Miguel Dominguín tras haber consumado su encuentro con la actriz Ava Gardner en una suite del madrileño Hotel Palace: salir a contarlo. Y siguiendo en temas de cama, que eso ilustra mucho las columnas, no quiero ni pensar en lo sucedido sobre el nuevo colchón de Moncloa la noche de las elecciones. Al que decía que no podía dormir pensando en tener que meter a Podemos en un Gobierno suyo le debieron de dar la una, las dos y hasta las diez, dándole vueltas al modo de jugar los naipes de la innecesaria y arriesgada partida que forzó al romper la anterior baraja. 

Malas noticias para todos, salvo para los que están alardeando de haberse cepillado a las encuestas. Pero lo peor de todo es que el responsable de esta versión corregida y aumentada del bloqueo político de España, el Dr. Fraude, es el que vuelve a tener la responsabilidad de deshacer este nudo, bien ensamblando un gobierno terrorífico capaz de poner los pelos como escarpias al más templado, o bien preparándose para impostar su voz de tocino de cielo y anunciar otra vuelta a las urnas en primavera. Yo también tenía un Quimicefa y un día mi madre lo hizo desaparecer. Los experimentos, mejor con gaseosa.