A lo largo del año, hay pocas noticias que nos llenen el espíritu y que nos hagan sentir la alegría de que el arte y la tradición de nuestra tierra se vean reconocidas. La justicia indiscutible que significa el reconocimiento a la Peña “El Taranto” por su labor en favor del cante grande, hace que los que sentimos dentro de nuestras entrañas el cante grande y las tradiciones de una tierra sin igual, pensemos que aquellas personas que de forma humilde pero enérgica, con sacrificios pero con constancia, con ilusiones pero con realidades, con sueños pero con desvelos y sobre todo, con un trabajo diario en pos de un legado para el futuro de los almerienses que viven y sienten el cante hondo y la historia brillante de nuestra tierra; con la noble y necesaria misión de dar a conocer a las generaciones que nos siguen la fortuna de tener en nuestra ciudad un lugar maravilloso, los Algibes árabes de Almería, los “Algibes de Jairán”, históricamente importantes y arquitectónicamente inigualables, un resquicio de cuando Almería (Al mariyya Bayana) la atalaya grandiosa desde la que se observaba toda la bahía de Almería; y donde estaba ubicada la base de la flota de Abderramán III el califa más grande de la España musulmana, tenía en ellos las reservas de agua para la ciudad (ya escasa de precipitaciones, como ahora, en el siglo XIV).
Cuando además, la Peña el Taranto es una sociedad preñada de amigos de mi época de estudiante en esa bella tierra, allá por los sesenta - ya somos mayores - y de otros cuya amistad adquirida en tiempos más próximos me sigue llenado de orgullo por igual; el orgullo y la alegría de que haya sido premiada con la Medalla de las Bellas Artes, pocas asociaciones de las que luchan por el arte y las tradiciones en España tienen tanto merecimiento; y si la justicia ha venido con la intervención del Ministro de Cultura, un almeriense de nacimiento, mejor aún para mostrar nuestro agradecimiento a nuestro paisano que ha demostrado sentir la grandeza de una tierra como la nuestra injustamente abandonada y olvidada durante décadas - ¿Qué digo décadas? ¡Siglos! – por la burocracia de Madrid.
No puedo olvidar hace años, más de cuarenta, cuando un gran enamorado de la ópera y profesor en Oxford, durante un curso de mercados que viví allí, me dijo: “Solo hay un canto equivalente a la grandeza de la ópera, es el cante hondo de Andalucía, se ha de cantar con el pecho y con el alma, como en la ópera, hay que nacer y muy pocos son los escogidos, o eres grande o no eres nadie, tienen Vds un patrimonio inmaterial artístico inigualable que han de defender hasta con su vida si fuera necesario, pues Vds no pueden privar a sus descendientes de tal privilegio”, en la pared de su despacho, había colgadas dos fotografías, una con Pepe Marchena y otra con “Fosforito”. Vaya ahora mi felicitación y agradecimiento a todos los que han colaborado en llevar al Taranto a tales cotas de grandeza artística. Y por supuesto mi agradecimiento personal a quienes han tenido deferencias y detalles de amistad con quien guía esta humilde pluma.
En la persona de Alfredo Sánchez y de Rafael Morales, los que recuerdo de mi época de estudiante, sin olvidar a Don Pascual González Guzmán, mi profesor de literatura y por el que sentí un especial cariño en mi época del teatro del Instituto en el curso 1966/67, Marco Rubio, otro gran aficionado con el que me una afición común, el toreo; Antonio Sevillano y a todos los que, a lo largo de esos 56 años, han hecho posible tal maravilla. A todos, mi sincera ¡Enhorabuena! Pueden y deben, estar orgullosos.
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