En puertas de la formación de un nuevo gabinete ministerial fruto del pacto entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se abren paso no pocas incógnitas. Algunas de ellas son las clásicas en los primeros compases de toda nueva situación política y giran alrededor de la personalidad de los nuevos ministros. Por Podemos que tenía prisa en publicitar su momento de éxtasis sabemos desde hace días que Iglesias ocupará una vicepresidencia, que le acompañaran cuatro ministros y que uno de ellos será Alberto Garzón, cabeza de la IU, la última marca del histórico Partido Comunista de España.
Para hacer hueco a los socios de los que abominaba hasta hace poco, Sánchez anuncia que ampliará el número de ministerios. A los nuevos les agrupa en carteras relacionadas con los aspectos más sociales de la gobernación: Trabajo, Vivienda, Igualdad. Antes del pacto Sánchez no se fiaba de Iglesias y el líder morado le correspondía en parecido grado de desconfianza. Quizá por eso el presidente ha reservado para los ministerios de Estado a políticos de la órbita del PSOE. El núcleo socialista del futuro Ejecutivo también “retiene” la gestión de la Seguridad Social. Más allá de las proclamas sobre el nuevo Gobierno al que los socios se refieren como “ilusionante” o “progresista” ya digo que la separación establecida podría deberse a los recelos de Sánchez hacia sus nuevos socios.
Pero ya se sabe que la política hace extraños compañeros de viaje. En este caso, antagónicos, si nos dejáramos guiar por lo que decía Sánchez sobre Podemos. Pero no era sólo Sánchez, sin ir más lejos Adriana Lastra la portavoz del PSOE en el Congreso decía en un tuit que ha vuelto a circular por las redes que “Podemos es un fraude. Estalinismo 2.O”. Eso era cuando Iglesias, hace tres años, votó en contra de la primera investidura de Pedro Sánchez, ahora que ha cambiado, pelillos a la mar y aliarse con Podemos es “progresista”.
Iglesias que con sólo 35 diputados entra por la puerta grande en el Consejo, una vez aposentado no creo que tenga intención de hacer rancho aparte con sus cuatro ministros morados. Intentarán, eso sí, colocarse cuantas medallas puedan (subida del salario mínimo, subir los impuestos “a los ricos” o limitar los alquileres), pero no irán mucho más allá porque Iglesias es listo y sabe mejor que nadie que lo que está punto de conseguir es lo más parecido al “asalto a los cielos” por el que clamaba en la Puerta del Sol cuando enardecía a los seguidores del 15 M.
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