Manuel Vázquez Montalbán, admirado maestro periodístico, así lo sentenció: “En las elecciones de Estados Unidos deberíamos votar todos los ciudadanos del mundo, porque todos nos la jugamos”. Y en esta ocasión, el próximo martes, más que nunca. De la continuidad o no de Donald Trump en la Casa Blanca depende que se profundice la brecha con la Unión Europea; que se contenga o recrudezca la guerra comercial con China, de gran impacto en las economías latinoamericanas; que se revitalicen, o por el contrario se debiliten más aún, organizaciones globales que son vitales para combatir la pandemia y el hambre, como la Organización Mundial de la Salud y la FAO; y tantos frentes abiertos más, como el riesgo de un enfrentamiento civil de gran trascendencia en Estados Unidos. Nunca se había disparado como ahora la venta de armas cortas. Como ha advertido el historiador Timothy Snyder, “existe el riesgo de que Trump pierda y trate de seguir en el poder”.
“Trump impulsa una suerte de Internacional iliberal”, afirma Javier Solana ex ministro español y ex secretario general de la OTAN. Tiene seguidores ya en el poder, como el primer ministro británico Boris Johnson, que culmina la salida del Reino Unido de la Unión Europea; el brasileño Jair Bolsonaro, que ampara la deforestación acelerada de la Amazonía; e incluso el ex guerrillero Daniel Ortega en Nicaragua, artífice con su esposa de un poder despótico detestable. En varios países, distintos líderes políticos se sienten partícipes de esa Internacional iliberal trumpiana y pugnan por alcanzar el poder aliados con el creciente deterioro de las condiciones de vida y desesperanza que genera la pandemia del Covid y sus consecuencias económicas y sociales, como Salvini en Italia, o Santiago Abascal en España. En la fracasada moción de censura contra el presidente Pedro Sánchez, Abascal intentó desacreditar a la Unión Europea y dibujar el esquema de una España satélite de Estados Unidos liderando los países de la Hispanidad. El centro derecha español, con el dirigente popular Pablo Casado al frente, rechazó de plano ese proyecto y reafirmó su europeísmo. Pero la ultraderecha de Abascal sigue creciendo en militancia. Según estimaciones policiales, los recientes disturbios violentos en Barcelona, Burgos y Sevilla contra las medidas anti Covid del Gobierno, tienen conexión con la ultraderecha; como las manifestaciones en Milán, Roma, Nápoles y otras capitales europeas.
El descrédito de las instituciones abonado por el mal gobierno que desorienta a los ciudadanos con medidas cambiantes y rumbo errático ante el tremendo desafío sanitario, es caldo de cultivo eficaz para el ascenso de negacionistas y ultraderechistas en todos los países. En el caso de Estados Unidos esas corrientes desembocan en el apoyo a Trump sin que ni siquiera una mayoría de voto demócrata garantice su contención. Se puede ganar hasta por casi tres millones de votos, como le sucedió a Hillary Clinton, y perder la presidencia por delegados estatales.
Entretanto, “la Casa Blanca admite que no puede contener la pandemia”, que se ha cobrado más de 200. 000 muertos porque empezó a combatirla tarde. Lo afirmaba en el Foro Next Educación la doctora Carmen Montón, actual embajadora de España en la Organización de Estados Americanos y la OPS. El martes 3, día decisivo.
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