Venezuela con alma de trovador

Váyase al carajo de una vez, Maduro.

Alberto Gutiérrez
07:00 • 10 jul. 2021

La semana pasada me contaba una amiga venezolana afincada en Barcelona la dramática situación de su país. Su familia, que disfrutaba de patrimonio y de una buena posición económica, lo ha perdido todo. En el chat que comparten en WhatsApp las conversaciones no giran en torno a los típicos chismorreos sino a la compra de una pieza de carne, habitualmente pollo, o de un kilo de azúcar. Los supermercados están vacíos. Eso de elegir, como en España, entre diferentes marcas de alimentos simplemente es una quimera. 



Entonces se parece a Cuba, le digo. “¡Cuba es un paraíso!”, responde, y eso que la isla se cae a cachos y la gente vive a expensas de lo que les conceda la dictadura cada día para comer. En Venezuela tienen la caja Clap, que es lo mismo. ¿Turismo? “Nada, se terminó. Fuimos de crucero desde España al Caribe e íbamos a parar en Isla Margarita para ver a mi familia, que había ido allí para vernos, pero no pudimos porque había una avería en el puerto... Nadie va ya porque la inseguridad en las calles es enorme”, añade.



En el país del petróleo la gasolina escasea. “Las colas en las gasolineras son kilométricas y puede pasar que cuando llegues al surtidor ya no quede combustible. Apenas hay vuelos internacionales. La gente no se rebela porque está abatida, cansada. Los que pudieron se marcharon del país”, señala con tristeza. 






El déspota y criminal Maduro se mantiene en el poder contra viento y marea mientras mucha gente muere de hambre. Tampoco hay acceso a las medicinas. No hay nada, ni lo más elemental. “La mitad de los venezolanos somos españoles”, me cuenta. La emigración allá fue masiva hace unas décadas y los vínculos con nuestro país son muy estrechos. Por eso han regresado los nietos de los que se fueron. Y por eso esperan mucho de nuestro país. Pero apenas ven ningún movimiento de nuestros gobernantes sino todo lo contrario.



La gran Venezuela, una tierra fértil y rica, trufada de selvas, minerales, petróleo y playas paradisíacas, está en muerte cerebral. La Universidad Católica Andrés Bello, junto a dos universidades públicas (ya que el Gobierno dejó de hacer estadísticas), revelaba hace unos meses que el 96% de la población venezolana es pobre y que un 79% se encuentra en pobreza extrema. Los datos son irrefutables y terribles.






La extrema izquierda española se muestra contrariada cuando aquí se recuerda la miseria de la actual Venezuela bolivariana. O lanza balones fuera acusando a los opositores, a los Estados Unidos, etcétera. Pero la realidad es atroz. ‘Alma llanera’, himno oficioso del país caribeño con el que terminan muchas reuniones sociales, dice en su estribillo: “Amo, lloro, río, sueño y le canto a Venezuela con alma de trovador”. Me temo que los venezolanos están ya para pocos trovos. Les han robado el futuro y la esperanza y a duras penas tienen para comer. Como para encima tener que cantar. Váyase al carajo de una vez, Maduro.


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