José María Pérez Tudela
01:00 • 30 ene. 2012
El establecimiento de unas Leyes, aún hoy bastante restringidas por causas que todos conocemos, coartan el desenvolvimiento liberal de los que pensamos.
Ayer era una ligera esperanza, hoy una situación esperpéntica, pero nunca “se goza de ventura y calma si se piensa en el mundo de la ficción”.
Recordar no es volver a vivir, recordar es envejecer. Los jóvenes viven de ilusiones y los viejos de una juventud perdida, incluso éstos -entre los que me incluyo- podemos aplicarnos en cierto modo: ”Juventud, divino tesoro, ya re vas para no volver, cuando quiero llorar no puedo y a veces lloro sin querer”.
Vivo confinado en un barrio periférico, gustosamente ante la orden de mi mujer que todo lo puede y a la que tanto quiero.
No he perdido el contacto con mis verdaderos amigos; yo soy un hombre con un par de pantalones -por obesidad manifiesta- el resto los he dado. Antes de proseguir quiero aclarar para los que no lo saben que etc. significa algo así como suma y sigue. Si tuviera que nombrar a todos se convertiría en una novela por entregas.
El que yo sea socialista no le ha molestado a Pilar Pérez, cuya cordura, nobleza y sabiduría es patente.
Del mismo modo a Purificación Arqueros ni a su marido, entes cordiales que centran el encanto de su nieta Marina López Roig a la que yo deseo conocer.
Con todo cariño le voy a decir a mi estimado Carlos Hernández que si él es hijo de reyes, hijo de reyes soy yo.
Edu -omito su apellido- es de los pocos abogados que siempre obró con equidad y justicia; llegan a mi memoria los casos de Undargarín, Ortega Cano … y me pregunto si realmente la Justicia es igual para todos.
Tengo una sobrina-nieta llamada Rosa; estudia con becas y obtiene alguna matrícula de honor. “El encanto de las rosas es que siendo tan hermosas no conocen que lo son. Otro sobrino, Ismael Sánchez Jiménez, que vive la vida; y como no, el encanto de mi sobrina Antoñita Jiménez Pérea.
Nada quiero, nada espero.
Ayer era una ligera esperanza, hoy una situación esperpéntica, pero nunca “se goza de ventura y calma si se piensa en el mundo de la ficción”.
Recordar no es volver a vivir, recordar es envejecer. Los jóvenes viven de ilusiones y los viejos de una juventud perdida, incluso éstos -entre los que me incluyo- podemos aplicarnos en cierto modo: ”Juventud, divino tesoro, ya re vas para no volver, cuando quiero llorar no puedo y a veces lloro sin querer”.
Vivo confinado en un barrio periférico, gustosamente ante la orden de mi mujer que todo lo puede y a la que tanto quiero.
No he perdido el contacto con mis verdaderos amigos; yo soy un hombre con un par de pantalones -por obesidad manifiesta- el resto los he dado. Antes de proseguir quiero aclarar para los que no lo saben que etc. significa algo así como suma y sigue. Si tuviera que nombrar a todos se convertiría en una novela por entregas.
El que yo sea socialista no le ha molestado a Pilar Pérez, cuya cordura, nobleza y sabiduría es patente.
Del mismo modo a Purificación Arqueros ni a su marido, entes cordiales que centran el encanto de su nieta Marina López Roig a la que yo deseo conocer.
Con todo cariño le voy a decir a mi estimado Carlos Hernández que si él es hijo de reyes, hijo de reyes soy yo.
Edu -omito su apellido- es de los pocos abogados que siempre obró con equidad y justicia; llegan a mi memoria los casos de Undargarín, Ortega Cano … y me pregunto si realmente la Justicia es igual para todos.
Tengo una sobrina-nieta llamada Rosa; estudia con becas y obtiene alguna matrícula de honor. “El encanto de las rosas es que siendo tan hermosas no conocen que lo son. Otro sobrino, Ismael Sánchez Jiménez, que vive la vida; y como no, el encanto de mi sobrina Antoñita Jiménez Pérea.
Nada quiero, nada espero.
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