El cine nos recuerda lo que sería vivir sin electricidad

Nos llegan rumores de un apagón eléctrico mundial. Tan acostumbrados que estamos a todos los placeres que la electricidad nos proporciona, ¿seríamos capaces de vivir sin ella? Probablemente no. Películas como “Soy leyenda” (2007), “El Amanecer del Planeta de los Simios” (2014) o la saga de “Mad Max” (1979), nos muestran mundos posibles apocalípticos que, gracias a las pruebas realizadas por Austria hace unos días, parecen más posibles que nunca. Y tras la pandemia de la Covid-19, todas las víctimas y los periodos de confinamiento, ya sabemos que la realidad supera la ficción con creces. 

Ortega y Gasset dice en su obra, “Ideas y Creencias” (1940) que mito es aquello que nos sostiene. Y muchas veces vivimos tan inmersos en ellos que no nos damos ni cuenta. Por ejemplo, el mito de la técnica y del progreso: no por tener más tecnología (el último Iphone) somos más felices o más sabios. Pero debemos reconocer que se ha perdido el contacto con lo “real”. Las redes sociales y el mundo virtual se han convertido en nuestra vida, realidad; hasta el punto de nos ponemos tristes o bloqueados por tener más o menos “likes” o seguidores. La película “Ready Player One” (2018), de Steven Spielberg, recoge muy bien el riesgo de “lo virtual”: perderse lo que tienes delante; no aquello que piensas, sueñas y pretendes controlar, sino que te pierdes lo real, lo cotidiano. 

De la noche a la mañana seríamos, en algunas partes del mundo, como Tom Hanks en la película “Naúfrago” (2000), del director Robert Zemeckis: un ejecutivo de una empresa multinacional se ve apartado de su cómoda vida a causa de un accidente de avión, que lo deja aislado de la civilización en una remota isla tropical en medio del océano. Tras varios años de lucha por la supervivencia, completamente solo en la isla, aprende todas las técnicas de subsistencia mientras sufre la tortura de la soledad. 

Perder la electricidad nos llevaría a ese universo desalmado del mundo zombie; series como “The Walking Dead” o “Guerra mundial Z”(2013) nos muestran la anarquía que se provocaría. Por eso, nos urge recuperar la esencia de las cosas sencillas antes de que cualquier evento mundial nos obligue a ello.