Al margen de si hemos convertido la Navidad en un mero espectáculo de luces, de derroche de dinero, de gula desbordante, de felicidad impostada, de adalid del consumismo,…, lo cierto es que el negocio va unido a estas fechas de forma casi inexorable. Por eso en este puente se cuenta con iluminación navideña en tantos municipios, y en Almería son luces intermitentes: ahora sí se inaugura el viernes 3, ahora no, ahora sí,…
Y es que el alcalde ha debido despistarse, pues el contrato para la instalación y suministro del alumbrado especial se firmó este martes. Normal, el alcalde está muy ocupado con sus miras a Sevilla tras sus nuevos quehaceres de partido y posando en su enésimo postureo, y claro, la capacidad de llevar tantas cosas a la vez no la posee todo el mundo.
Así que es lógico el enfado del empresariado capitalino al anunciar el Consistorio que la inauguración sería el 7 de diciembre, día en que finalmente se iluminará la Puerta de Purchena. Y es que, el Centro no está para despistes, los eternos años de gobierno del PP lo han hundido, y la iluminación navideña supone un reclamo para tiendas y hostelería. Pero seguro que Ramón pretendía ser tendencia, en el séptimo arte se lleva el formato serie, y el alumbrado constará de varios capítulos.
Pero las luces – y las sombras – del alcalde almeriense no quieren iluminar la vida de quienes más sufren la crisis actual. Lejos de propiciar el espíritu navideño, no ha querido ayudar a las familias a las que se les ha cortado el agua en la ciudad, negándose a la moción del PSOE de creación de un fondo social para que el Ayuntamiento se hiciera cargo del coste del suministro de agua de esas familias.
Cuando finalice la Navidad, el alcalde seguirá subido a lo más alto de su noria, con sus selfis y sus nuevas ocupaciones que le distraen de sus obligaciones, mientras que muchos almerienses no tendrán la oportunidad de subirse ni a una de las cabinas, seguirán a pie de calle, outside de las luces tardías, ante la actitud impasible de un alcalde a quien nada importa los vulnerables, a no ser que pueda rascarles una buena foto de postureo para seguir alimentando sus redes sociales, porque esa es la política que parece que “mola”, la de las poses impostadas, y no la de los hechos consumados que, sobre todo, ayuden a quienes más lo necesitan.
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