Un desolador Mar seco

Hace 250 millones de años, la Pangea tenía, como único continente, forma de C y encerraba una masa de agua cálida y poco profunda que recibía el nombre de Mar de Tetis, por la mítica diosa griega del agua, Thetis, madre de Aquiles. Un mar que inundaba gran parte de la Península Ibérica con corales espléndidos, islas, animales y vegetales extraordinarios, que fue desapareciendo a medida que el continente se expandía y se cerraban los estrechos de Rifeño y Bético. Más tarde se abrió paso el Estrecho de Gibraltar y, aquel blanco desierto de sal volvió a llenarse de agua, apareciendo el actual Mar Mediterráneo.

Los movimientos tectónicos amenazantes hoy ocurren cuando el odio se mastica en el ambiente, cuando la falta de respeto es cotidiana, cuando se culpa al extranjero de los males propios, cuando se demoniza la democracia en lugar de aportar solidez desde otro prisma ideológico, cuando se ilegitima un gobierno que cumple con toda la legalidad, cuando la bronca se apodera de la dialéctica argumentada, cuando se quiere minar derechos y libertades de otros, cuando se pretende imponer el pensamiento único y el autoritarismo bajo una única verdad o intereses particulares, …, es entonces cuando el mar comienza a peligrar y a quedarse seco.

El nazismo aprovechó la crisis económica tras la 1ª Guerra Mundial para popularizar su discurso de odio y supremacía, dando la puntilla con la masacre de líderes políticos opositores, en lo que se vino a llamar la Noche de los cuchillos largos, para tener el camino allanado y llegar al poder. 

Hoy, Europa se ve amenazada por totalitarismos como el de Putin, acorralada por movimientos fascistas y populistas como el de Éric Zemmour, vendida a la ultraderecha de Vox, tras darle Feijóo cobertura en Castilla y León dentro del Gobierno, preludio de lo que puede ocurrir en Andalucía, por más que diga Moreno que aspira a gobernar con mayoría suficiente – Mañueco vendía mayoría absoluta y ahora es preso de los ultras –

Hoy, los demócratas debemos conseguir abrir ese estrecho que llene el mar de la democracia teniendo claro que, como el hijo de Thetis, no podemos descuidar nuestro talón de Aquiles; para ello, hay que hilar fino en la crisis humanitaria, decir siempre la verdad, por cruda que sea, gobernar para todos y con todos, y conseguir que los costes de los desvaríos de algunos no recaigan en los de siempre, porque nos podemos encontrar con un desolador mar seco de democracia.