El ansiado botín

“Después de dos largos años de pandemia, comenzamos a decirle adiós a la mascarilla”

Emilio Sánchez de Amo
08:59 • 24 abr. 2022

Que Sergio Leone decidiera rodar su Trilogía del Dólar en Almería, aprovechando que resultaba menos costoso que en Hollywood y que mimetizaba muy bien el decorado natural del cine western, resultó ser un revulsivo para la industria del cine en nuestro país. Un género donde los caza recompensas son antihéroes con los que se llegaba a empatizar en la refriega de tiros, puñetazos y saqueos. Un ambiente, el del lejano Oeste, en el que los vaqueros solían portar pañuelo para proteger la cara del polvo al cabalgar, a modo de mascarilla, o el cuello de quemaduras por el sol, aunque había quien lo portaba para no ser reconocido en sus fechorías.



Después de dos largos años de pandemia, comenzamos a decirle adiós a la mascarilla, tras la cual ha estado escondida, de una u otra forma, nuestra sociedad. 



Ha habido quienes han sacado tajada de ellas, como el enterrador de ‘Por un puñado de dólares’, quien se frotaba las manos cada vez que aparecía Clint Eastwood por el poblado, pues sabía que haría caja, como los ‘familicomisionistas’ y amiguetes “pillos” de la Comunidad y Ayuntamiento de Madrid, y es que en Madrid hay tanta libertad como en el lejano oeste, donde imperaba la ley del más macarra que no soportaba a los forasteros, hoy se hacen llamar patriotas y neoliberales.



Otros han actuado como operarios del banco del poblado ayudando a los ladrones a llevarse el botín a cara descubierta, como ocurre con la Sanidad pública andaluza.



Y hay quienes se han escudado en una mascarilla decorada con sonrisa de cartón piedra para aparentar ser el hijo perfecto, el cuñado molón, el novio que toda madre quiere para su hija, …, pero que no es más que un papel cinematográfico para salir bien ante la cámara porque, en el fondo, su gestión es pésima o ausente. Al igual que en ‘La muerte tenía un precio’ – otra de la trilogía de Leone – cuando, en el Cortijo del Fraile, El Indio estaba rodeado de toda una panda que le ayudaba a mantener su estatus y alejados del botín al Manco y al Coronel Mortimer, hoy muchos solo se encargan de ampliar su red clientelar a través de las concesionarias que le ayude a poder mantener los dólares del botín (la poltrona) como ocurre con el equipo de gobierno capitalino de Ramón; ¡pero, ojo!, que los propios también pueden amotinarse.



Está claro, en este tiempo convulso donde impera el tiroteo político y el saqueo de lo público, no debemos dejarnos llevar por los antihéroes populistas o actores buenistas, pues solo buscan el ansiado botín. 






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