Pedro Manuel de La Cruz
23:31 • 03 mar. 2012
La Cátedra Rafael Escuredo, de la Universidad de Almería, y la Fundación Suelia han tenido la amabilidad de invitarme en una mesa redonda y en un encuentro en los que exponer mi opinión sobre el pasado, el momento político que vivimos y el que nos aprestamos a vivir. El texto que sigue a continuación es un resumen de algunas de las consideraciones expresadas en mis intervenciones en los dos foros. Entre aquel pasado que ya no es, el presente que es y no será y el futuro que aún no es pero será, hay siempre un hilo conductor sobre el que conviene transitar en la búsqueda de algunas de las razones que configuraron lo ya ocurrido y configurarán lo que ocurrirá.
Canta el tango que veinte años no es nada y habrá que convenir por tanto, que treinta son casi nada. Sin embargo la historia contradice a la música porteña y las cifras, aunque menos románticas que las letras de arrabal y malevaje son las que nos muestra las cosas tal y como eran y tal y como son.
Esta semana se ha cumplido el treinta aniversario de aquel 28 de Febrero que situó a Andalucía en la primera división del mapa autonómico y es buena excusa para preguntar cuál ha sido para Almería el balance de treinta años de gobierno autonómico.
La retórica política tiende a ensombrecer la realidad o a iluminarla en función del interés de quien la practica, por esos es aconsejable centrar la respuesta en la aridez de los números y en las contradicciones que de ellos puedan derivarse.
Por centrarnos en dos de las líneas fundamentales que enmarcan el estado del bienestar- salud y educación- podemos contemplar como en 1982 en Almería había 679 camas hospitalarias, 4 centros subcomarcales de salud, 2 casa de Socorro y 6 puntos de urgencias.
30 años después los centros de salud alcanzan los 40 y el número de puntos de urgencias son 26.
En cuanto a los recursos sanitarios humanos en los años 80, en toda la provincia había 201 médicos de atención primaria y 253 de atención especializada.
En 2010 en los centros públicos de salud hay 549 médicos de atención primaria y 863 médicos de atención especializada.
La diferencia en estos 30 años ha sido de 454 A 1.412 médicos mientras que por ejemplo en personal de enfermería el salto ha sido de 791 a 2.292.
Pero dejemos la salud y adentrémonos en temas educativos: En 1.983 los centros públicos de enseñanza de la provincia eran 377 y en la actualidad el número alcanza los 606. Los profesores que había hace 30 años eran 3.846, en la actualidad son 10.087, y los alumnos que había entonces alcanzaban la cifra de 104.543 y en la actualidad 157.403, La diferencia de ratio entre centros, profesores y alumnos de entonces a ahora es tan evidente que no hace falta detenerse en ella.
Punto y aparte especial merece la creación de la Universidad de Almería. De aquella solitaria Escuela de Magisterio al complejo de La Cañada hay tanta distancia que huelga cualquier comentario. La evidencia ni puede negarse ni hay que insistir en ella.
Con la frialdad de los datos, podemos afirmar que el proceso autonómico ha supuesto un avance incontestable en Salud y Educación. ¿Podía y debía haberse hecho más y más rápido? sin duda. Todo es mejorable y a Almería han llegado servicios, demasiados, con demasiado retraso.
Pero si estos datos son así
¿Por qué, según todas las encuestas, en la percepción del desarrollo autonómico un tanto por ciento mayoritario de ciudadanos mantiene un posicionamiento crítico? ¿Por qué la clase política que ha gestionado estos cambios ha acabado por ser considerada como el tercer problema más grave para los ciudadanos en general y por los almerienses en particular?
Creo sinceramente que la política autonómica ha gestionado con acierto algunos espacios públicos que compartimos. También creo que los gestores que la han llevado a cabo han cometido el pecado de considerar la eficacia y al eficiencia como hijos de un dios menor.
Los almerienses tenemos la percepción, creo que acertada, de que Sevilla ha estado siempre muy lejos de los intereses de Almería. Se
Canta el tango que veinte años no es nada y habrá que convenir por tanto, que treinta son casi nada. Sin embargo la historia contradice a la música porteña y las cifras, aunque menos románticas que las letras de arrabal y malevaje son las que nos muestra las cosas tal y como eran y tal y como son.
Esta semana se ha cumplido el treinta aniversario de aquel 28 de Febrero que situó a Andalucía en la primera división del mapa autonómico y es buena excusa para preguntar cuál ha sido para Almería el balance de treinta años de gobierno autonómico.
La retórica política tiende a ensombrecer la realidad o a iluminarla en función del interés de quien la practica, por esos es aconsejable centrar la respuesta en la aridez de los números y en las contradicciones que de ellos puedan derivarse.
Por centrarnos en dos de las líneas fundamentales que enmarcan el estado del bienestar- salud y educación- podemos contemplar como en 1982 en Almería había 679 camas hospitalarias, 4 centros subcomarcales de salud, 2 casa de Socorro y 6 puntos de urgencias.
30 años después los centros de salud alcanzan los 40 y el número de puntos de urgencias son 26.
En cuanto a los recursos sanitarios humanos en los años 80, en toda la provincia había 201 médicos de atención primaria y 253 de atención especializada.
En 2010 en los centros públicos de salud hay 549 médicos de atención primaria y 863 médicos de atención especializada.
La diferencia en estos 30 años ha sido de 454 A 1.412 médicos mientras que por ejemplo en personal de enfermería el salto ha sido de 791 a 2.292.
Pero dejemos la salud y adentrémonos en temas educativos: En 1.983 los centros públicos de enseñanza de la provincia eran 377 y en la actualidad el número alcanza los 606. Los profesores que había hace 30 años eran 3.846, en la actualidad son 10.087, y los alumnos que había entonces alcanzaban la cifra de 104.543 y en la actualidad 157.403, La diferencia de ratio entre centros, profesores y alumnos de entonces a ahora es tan evidente que no hace falta detenerse en ella.
Punto y aparte especial merece la creación de la Universidad de Almería. De aquella solitaria Escuela de Magisterio al complejo de La Cañada hay tanta distancia que huelga cualquier comentario. La evidencia ni puede negarse ni hay que insistir en ella.
Con la frialdad de los datos, podemos afirmar que el proceso autonómico ha supuesto un avance incontestable en Salud y Educación. ¿Podía y debía haberse hecho más y más rápido? sin duda. Todo es mejorable y a Almería han llegado servicios, demasiados, con demasiado retraso.
Pero si estos datos son así
¿Por qué, según todas las encuestas, en la percepción del desarrollo autonómico un tanto por ciento mayoritario de ciudadanos mantiene un posicionamiento crítico? ¿Por qué la clase política que ha gestionado estos cambios ha acabado por ser considerada como el tercer problema más grave para los ciudadanos en general y por los almerienses en particular?
Creo sinceramente que la política autonómica ha gestionado con acierto algunos espacios públicos que compartimos. También creo que los gestores que la han llevado a cabo han cometido el pecado de considerar la eficacia y al eficiencia como hijos de un dios menor.
Los almerienses tenemos la percepción, creo que acertada, de que Sevilla ha estado siempre muy lejos de los intereses de Almería. Se
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