Leo que Pedro Sánchez ha anunciado su presencia en Almería durante la campaña y, francamente, si yo fuera Juan Espadas rogaría al cielo para que este anuncio fuera una nueva mentira del Presidente del Gobierno. Pero no. Parece que es verdad que Sánchez quiere visitarnos, aunque no creo que venga a dar cuenta de los mil millones de euros -mil- que nos prometió el pasado mes de febrero, cuando se falconizó entre nosotros vestido de sinfonía de azules y peroró durante nueve minutos ante la prensa sin permitir preguntas. Conviene no perder de vista el dato que, a mi juicio, marca la agenda de Sánchez en Almería: ni Espadas, ni el secretario provincial Juan Antonio Lorenzo, ni nadie, se ha opuesto. No olvidemos que en los partidos hay canales internos para trasladar que tal o cual presencia o visita es desaconsejable y que, conociendo el percal local, quizás sería mejor que fulanito o fulanita fuera a predicar a otro lado, etcétera. Y no se ha dado el caso. Todo lo contrario. Desde el PSOE almeriense se ha anunciado la visita con un entusiasmo similar al empleado por el club de fans de Rosalía cuando se anunció que el concierto inaugural de su gira mundial iba a ser en Almería. Es decir, que todo el PSOE almeriense asume y respalda la presencia y la gestión de un tipo del que, como poco, hay que decir que ama el delito y desprecia la ley. Ahora iremos con eso, pero dejemos constancia de que Juan Espadas ha asumido de cabo a rabo que él es una apuesta personal de Pedro Sánchez que, puesto a despreciar símbolos y arriesgar bazas, lo sacó de la cómoda alcaldía de Sevilla con el único objetivo de frenar la amenaza estratégica que para Sánchez suponía Susana Díaz dentro del PSOE. Y alcanzado ese objetivo, lo de intentar recuperar la Junta de Andalucía es ya lo de menos. Por lo tanto no conviene llamarse a engaño: en los carteles pone Juan, pero se lee Pedro. Y me pregunto cuántos socialistas van a seguir impávidos asistiendo al espectáculo de ver a su partido inmovilizado en una cama compartida con golpistas, filoterroristas y demás gentuza, sorbiendo con una pajita un cóctel de venenosas renuncias y letales humillaciones. No son pocos los socialistas de toda la vida, y en Almería los hay, que miran con tristeza este mar adentro en el que se ha metido el partido bajo el influjo de un tipo que evidencia una querencia por el mal muy próxima a los comportamientos descritos en los manuales de psiquiatría para ilustrar algunos desórdenes severos. Decía antes que Pedro Sánchez, es decir, Juan Espadas, ama el delito y desprecia la ley. Y no es un juicio precipitado. Recuerden que Sánchez, el modelo que Espadas quiere imponer en Andalucía, es el único presidente de gobierno del mundo al que le han declarado inconstitucionales dos Estados de Alarma sin que por ello se haya inmutado lo más mínimo. Ha indultado a los golpistas que intentaron romper la unidad de España; revoca sentencias firmes contra mujeres condenadas por secuestrar a sus hijos e inventarse denuncias contra sus parejas y acaba de anunciar que también piensa desobedecer las leyes sobre la enseñanza del español en Cataluña. Hay más cosas pero no tengo más espacio. Este es el tipo: un sujeto que ante su conveniencia política y la ley, elige siempre lo primero. Alguien que considera irrelevantes los criterios de jueces y fiscales si se interponen en su plan de supervivencia presidencial. Y que es, además, mentor, modelo y referencia para Juan Espadas. Por lo tanto no diga Juan; diga Pedro.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/9/opinion/238433/en-los-carteles-pone-juan-pero-se-lee-pedro