Marcianos

Alberto Gutiérrez
09:00 • 17 dic. 2022

Siempre he pensado que los japoneses, a quienes conocí bien durante mi estancia en los Estados Unidos, son como de otra galaxia. Gente capaz de quedarse en un estadio a limpiar las gradas después del partido de su selección distan mucho del resto de los mortales, sobre todo porque en cualquier caso recogerán lo que arrojaron otros y no ellos, que son muy curiosos, como se dice en Almería. Pero ¿y los españoles?, ¿acaso no parecemos marcianos que viven ajenos a todo, incluso a la propia autodestrucción nacional?



Me dirán que soy exagerado y puede que sea verdad. O no, que escribiría Rajoy en sus memorables columnas sobre fútbol (hay que ver el juego que da este hombre). Pero en los últimos tiempos en esta piel de toro tenemos la resistencia de un junco ante el desguace que el propio Gobierno está infligiendo a la nación a través del Código Penal. Nuestros representantes políticos deberían saber que a los españoles no hay que tocarles mucho las palmas, porque se conocen bien. Llega un momento en que saltan. Como el arrebatado García-Page, el resabiado Alfonso Guerra o el que amaga, pero nunca se decide (por el qué le dirán desde las alturas) Javier Lambán. Los tres han desafiado verbalmente al presidente. Aleluya, Dios es amor y tal.



Flota en el ambiente, a pesar de la aparente resignación, cierto hartazgo. Y una desafección incipiente hacia la política. ¿De qué sirven los programas electorales, las alharacas de las promesas que luego se incumplen? Cuidado, la democracia, que tanto costó conseguir a nuestros padres y abuelos después de la dictadura, no es un juego de tronos y nos compete a los ciudadanos defenderla, pues, de lo contrario, se va diluyendo, como apuntan Levitsky y Ziblatt en el imprescindible libro ‘Cómo mueren las democracias’. Dice Mario Vargas Llosa, con mucho criterio, que lo importante es votar bien. Le criticaron por ello, pero tenía razón. Y para eso, entre otras cosas, debemos estar informados. No podemos ser marcianos ni dejar que otros limpien nuestras porquerías en el estadio. Fijémonos en los japoneses, gente responsable.









Temas relacionados

para ti

en destaque