Contaba el otro día este periódico que ocho de cada diez almerienses no tienen ni la más remota idea de la lengua inglesa. Vamos, que al parecer seguimos poniendo en los currículos nivel medio de inglés mientras disfrutamos de un relaxing cup of café con leche, que diría la inefable Ana Botella, en el Zapillo. Resulta llamativo en una provincia y en una comunidad autónoma que desde hace años vende un exquisito bilingüismo en centros escolares públicos y concertados o, al menos, eso reza en los carteles de dichos colegios.
Es posible que alguna de estas escuelas realice un excelente trabajo y que sus profesores españoles sean realmente bilingües, condición indispensable para que los estudiantes reciban una enseñanza cualificada. Sin embargo, no parece que sea la tónica general. A la vista está: los almerienses seguimos atrapados en la ignorancia del inglés cuando el mundo se comunica y hace negocios en este idioma universal. Como ciudadanos, francamente, debemos exigir más y preguntarnos si las instituciones educativas tienen recursos para mejorar las capacidades lingüísticas de los alumnos y también de los profesores.
Dice Miguel Milano, uno de los ejecutivos españoles más brillantes del planeta (en Salesforce y ahora en Celonis), que no sólo hay que saber inglés sino ser “máster english”, o sea, bilingüe. Y cuenta que él se tropieza a menudo con españoles muy talentosos que, sin embargo, son incapaces de mantener una conversación en la lengua de Shakespeare. De modo que pierden fantásticas oportunidades laborales.
Nuestros políticos deberían saber que el inglés es tan determinante como las matemáticas o la lengua española para muchísimos padres preocupados por el futuro de sus hijos. Y que llamar a un colegio bilingüe está genial… si fuera verdad. De manera que yo les pediría que trabajasen para que los centros escolares ofrezcan un aprendizaje adecuado al objeto de que las nuevas generaciones puedan salir al mundo con un mínimo de garantías y no hagan el ridículo en las entrevistas de trabajo respondiendo yes, very well fandango, como el inolvidable Carlos Cano, pero con menos arte.
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