Teléfonos inteligentes

La digitalización se nos ha ido de las manos

Alberto Gutiérrez
09:00 • 04 feb. 2023

No hemos querido ver que el mono estaba en la habitación hasta que el primate ha dicho Zaratustra y ya teníamos la escandalera formada. Me refiero al peligro sordo de los llamados teléfonos inteligentes, que empiezan a serlo por encima de muchos de sus usuarios. Lo avisaba hace años la divulgadora educativa canadiense, Catherine L´Ecuyer, con datos precisos y alarmantes de organizaciones pediátricas en Estados Unidos: las pantallas están afectando seriamente al desarrollo intelectual de los niños, provocando asimismo graves problemas mentales entre los adolescentes.



El otro día conocimos que un colegio había prohibido estos dispositivos a los alumnos y también a los profesores. Decían que en el recreo cada uno se aislaba del mundo consumiendo videos de TikTok como autómatas en celo y que tras la prohibición volvieron a jugar entre ellos, como siempre ha sido. 



Las grandes empresas tecnológicas de internet han descubierto las fallas del ser humano, las rendijas por las que se cuelan con sus cachivaches, cuajados de un entretenimiento inútil, vacuo, febril. Pero no sólo ellas sino también los diarios digitales conocen la debilidad del sapiens, nuestra capacidad adictiva, el enganche a estos aparatos cuando nos suministran alpiste a mansalva.



Les ocurre a los niños y a los adultos, que hemos entrado en barrena con el consumo de contenidos muchas veces absurdos a través de WhatsApp, Facebook o Instagram. La digitalización se nos ha ido de las manos. No sé si volverá el papel, pero sí es necesario que regrese la cordura y que el teléfono deje de ser una extensión de nuestro cuerpo sin la cual parece que somos incapaces de ir ni siquiera al baño, no vayamos a perdernos la última chorrada del influencer de turno. Ya no leemos ni las etiquetas del champú, lectura obligada en el váter en otro tiempo. La información nunca se ha devaluado tanto como hoy.   








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