Es sábado, sábado de campaña en el pueblo más pequeño de Andalucía. Un gato merodea por la callejuela que lleva al consultorio médico. El gato toma las calles antes de que el reloj del viejo templo cante. Son las nueve de la mañana y hoy es día de moteros solitarios. Sonata de pajarillos ruidosos. Ninguno de los 53 vecinos censados de Benitagla (2022) sale de su lar. Deben ser menos, apenas hay diez casas ocupadas, aunque el padrón ha crecido este año -en diciembre se sabrá, pero apunta a más de 60-. Silencio de tarde otoñal. Francisco y Mercedes y Herminia no han salido de casa.
Por la calle Juan Garrido, una casa nueva. Arriba, en la atalaya, una solana hipnotizada. Duermen allí los recuerdos de horas de trilla. Allí hay dos eras que son una. La de mies. Vista de pájaro del Santuario de Monteagud, de la Torre de Alhabia de Alcudia, de los montes de encinas, retamas y tomillo. Agreste óleo, barrancos de zarzales, alguna alameda, retamas y cañas perdidas. Por los caminos del GR-244 hay un aroma fresco a tomillo. Si el caminante se para y toca la hierba, la hierba sabe a hinojo.
Caminando despacio va una señora con sus dos amigas: sus dos muletas. Es Ángeles, casi 80 años. Pasa la mujer por donde la acacia centenaria y cruza la AL-5101 pegada a la acera. Lleva una bolsa de basura con restos para clasificar. Se para en un banco, junto a la iglesia de Santa María de la Piedad.
- ¿Dónde está la gente?
- Déjalos que duerman.
Sábado es y hoy hay corrillos. Viene el carnicero de Uleila. Y el frutero, desde Aguadulce. El viernes pasó por allí el panadero de Chercos, así que hasta el lunes no hay pan. A las doce y veinte toca el claxon.
- No nos falta de nada. Gracias a Dios, estamos surtidos.
La mujer, que lleva su mascarilla por si acaso, nos dice que el alcalde, Juan Padilla, candidato del PP, es el residente más viejo.
- Se fue a la huerta. Si quieres verlo, camino de Cóbdar. Ya verás el coche.
Candidatos Tres candidatos pugnan el 28-M. Junto a Padilla (84 años), alternan Manuel Reyes (PSOE) y Juan Manuel Torres (VOX). El único indicio de campaña ha sido la visita del presidente del PP de Almería y de la Diputación, Javier Aureliano García. Como en anteriores comicios, solo el alcalde Juan conoce a los vecinos por su nombre. 30 hombres y 23 mujeres, al menos. Una edad media de 62 años. El más joven, 59: Manuel. 48 viviendas familiares principales. Un consultorio. La señora.
- El médico viene los martes de Tahal. José María se llama.
Cuando el doctor se va, el farmacéutico de Benizalón compite con el de Tahal por el reparto de las escasas medicinas que se recetan. Servicio a domicilio. Casa a casa. De parroquia en parroquia va el cura de aquellos pueblos. Mariano, diácono de Almería capital, da misa de vez en cuando en la iglesia, que conserva su minarete -aunque matizado- de vieja mezquita. Tiene imágenes recientes porque las viejas las quemaron. Del templo emergen las horas. Retumba el reloj y las campanas sacudiendo la armonía. Rumor de vida pasajera en un pueblo detenido en el tiempo, con una tasa de desempleo del 15,8 por ciento -en 2021 hubo 7 declaraciones de la renta- y cuya renta media neta declarada en 2020 era de 11.331 euros.
HIstorias A las nueve y media, Juan Padilla ha dejado el huerto. Vuelve por la carretera con su coche. Abre la cochera de casa. Y se aviene a desayunar con rigor como buen benitaglero. Cerca de su fachada hay una fuente a la que apellidan ‘antigua’, de la que existen referencias desde 1572. Cuando las sombras cruzan el ocaso de la tarde y las aves preconizan la noche, mil historias de moriscos y viejos cristianos parecen enmudecer el lugar.
Frente al Ayuntamiento y la parada del bus, hay un lavadero bien arreglado, de cuando aún la gente salía a las calles y se cruzaba con alguien. Alguien baja por la carretera hacia Alcudia. Es un señor ya mayor, paseado por un American Stanford. Lleva bozal y una cuerda larga. Es uno de los dos perros que hay en Benitagla.
- El otro es chiquitillo y muy bonico, pero no te fíes del grande.
También hay un gato muy simpático. Y en los bosques cercanos, un ejército de jabalíes, que hasta un médico de Almería “se ha comprado una casa para la caza”. En sus 6 kilómetros de extensión, a 945 metros de altitud, Benitagla es una “residencia de mayores al aire libre”, dice el alcalde. Pasear por el camino de La Balsica alimenta la sensación de una paz intrigante. Y por la calle Fuente, al oeste. Y al norte, por la calle Alcudia. Y por la coqueta Plaza de la Virgen del Rosario. Y por la calle del Hondo, por donde para la era. Una sola era, porque cada apellido del pueblo -o casi- tiene la suya. Apellidos como aquel histórico Botía, que el 13 de diciembre de 1585 se comprometía -sostiene el padre Tapia- a repoblar con seis vecinos aquel erial de casas abandonadas tras la expulsión de los moriscos -unos 150-. Llegaron, entonces, gentes de Mula (Murcia), de Dueñas (Palencia), de Albaladejo (Cuenca) y de Baeza (Jaén). Había entonces -1572- 22 vacas, 34 cerdos, 5 mulas, 15 asnos, 330 fanegas de secano, 41 morales, 27 cortijos y 21 vecinos -14 jornaleros y tres pobres de solemnidad-. Apenas 20 años después... quedaban solo tres pobladores.
Pero algo pasaba en aquel remanso filabreño porque las fanegas de tierra debían ser cavadas con azadas, ya que las yuntas no podían entrar. Y agua, lo que es agua, tal como hoy, mucha no había. Como en su día sucedió con las alquerías de El Carrascal, Las Mimbreras y Los Barrancones, las calles de Benitagla esperan hoy la llegada de su agosto. Como aquel particular agosto en forma de centenares de reales que los nobles Luis Fajardo de la Cueva, Pedro Fajardo y Cordoba y Luis Fajardo de Requeséns y Zúñiga, marqueses de Los Vélez, se llevaban de motín.
Son las diez de la mañana. Ángeles está sentada junto a los contenedores. De una bolsa verde va sacando cartones y botellas de plástico. Un coche pasa rápido por la travesía. Es sábado y en dos horas habrá carne y fruta. Cuando suene el “pito”, asomarán por las esquinas Juan y Francisco y Mercedes y Herminia y algunos otros ocultos en sus moradas. Los mismos que el domingo, a eso de las once, habrán votado ya. Antes del “Ángelus” se sabrá quién es el alcalde. El resto del día serán horas para pensar y repensar hasta contar los sobres. Si quieren café, deberá ser con termo -pronto quieren abrir una tienda-bar-.
- Aquí ya se sabe lo que va a pasar. Los otros dos, ni se conocen.
Cuando se abra la mesa electoral, algo será seguro: no habrá un marqués que decida por el resto. Pocos son, pero libres. Tan libres que pasan los días y no se ven.
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