Según la mitología griega, la diosa de la aurora, Eos cruza el cielo sobre el horizonte cada mañana para anunciar a su hermano Helios, el Sol; montando a Pegaso o vertiendo rocío sobre la Tierra, contenido en una urna. Un día Eos se enamoró del mortal Titón, lo raptó y llevó al Olimpo para pedir a Zeus su inmortalidad. Pronto su deseo se le atragantó pues no se dió cuenta de pedir además para su amado la juventud eterna, así que Titón vivió eternamente, pero se fue arrugando hasta convertirse en cigarra.
Está claro, esto de los deseos tiene su aquel. Por eso, el supuesto deseo de cambio al que aluden las derechas, sus voceros, los privilegiados mundanos y muchos perdedores en las municipales, si es cierto que el resultado obedece a ello, ¡cuidado con lo que se desea! Es posible que la gente se cegara, como Eos, al ser manipulada, comprada o estar hastiada por los errores, pero lo cierto es que ya conocemos la alternativa a Sánchez, lo sufrimos en otras crisis. Derogaría todos los derechos adquiridos, desde la subida del SMI, la reforma laboral, el tope en los alquileres, el ingreso mínimo vital, la sanidad pública,...
Libramos una Guerra Mundial, la de los guerreros de las cavernas, limitadores de libertades y amigos de las desigualdades, contra quienes miramos al futuro con deseos de libertad, pluralidad, solidaridad y bienestar desde la igualdad de oportunidades. Por eso, el 23J es tan importante llenar la urna de Eos con un rocío especial, dique de contención en Europa y en el Mundo de la ola reaccionaria basada en la mentira, el odio, el negacionismo climático y el poder por el poder, anunciando cada día un nuevo sol para todos, no para unos cuantos.
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