Pedro Mena Enciso
23:39 • 01 may. 2012
En esta ocasión, Almería en el Tiempo aborda una cuestión que nos interesa a todos porque la educación es la base del futuro y, en este sentido, estoy convencido de que actuando juntos, padres y maestros, podremos resolver problemas que se nos plantean dentro y fuera de las aulas (no podemos olvidar que nuestros hijos aunque estudien en un colegio con un buen ambiente viven inmersos en una sociedad que indudablemente les influye). Pero, ¿por qué no funciona la relación familia-escuela? ¿Las múltiples referencias que se nos ofrecen en el mundo que nos rodea introducen interferencias que dificultan la relación padres-escuela?: medios de comunicación, redes sociales, falsos ídolos, amigos, diversidad o incluso ausencia de normas…
El caso es que actualmente familia y escuela encuentran muchos obstáculos en el camino para dar respuesta a una sociedad tan compleja y diversa porque no olvidemos que nuestros alumnos siempre están aprendiendo algo, lo que no sabemos es qué. Trabajando en la misma dirección desde la casa y desde el colegio aprenderán cosas importantes, caso contrario no sabemos qué aprenderán.
He llegado a la conclusión, desde mi experiencia educativa, de que en Infantil y Primaria hay que poner en marcha una educación preventiva de manera que el niño aprenda a controlar sus emociones, impulsos e incluso normas (que aprenda a darse órdenes y a obedecerlas porque, como afirma Javier Cortés, "la autonomía, la libertad solo se construye a través de la obediencia". En la vida, primero tenemos que aprender a obedecer para después ganarnos la autoridad-respeto y no caer en el autoritarismo-fuerza. Desde pequeños hay que formar personas con valores democráticos. En este sentido, como sugerencia propongo poner en marcha, desde las asociaciones de padres talleres educativos donde la familia pueda encontrar respuestas a los problemas que se les plantean en el hogar.
Un acto de violencia en la familia nunca debe ser premiado o pasado por alto, aquí sí hay que sancionar. "Si te dan, tú le das, no vayas a ser el tonto"…. El problema es que la educación de hoy es excesivamente tolerante con los alumnos, "dictadores del hogar y dictadores de la escuela". Se permite una agresividad, que si antes se solucionaba con golpes de mesa, o de vara del profesor, hoy se soluciona dando una palmadita en la espalda por parte de los padres. Hay que encontrar un término medio donde se empleen ciertas dosis de disciplina siempre desde el respeto a los derechos del niño.
La medida que utilizamos con los que no estudian consiste en algún tipo de castigo, pero castigar sólo sirve para inhibir una conducta pero no fomenta el convencimiento de la importancia del estudio. Por eso, tenemos que buscar recursos (que no comparaciones), modelos que puedan imitar… porque ¿Somos realmente los padres un buen referente para nuestros hijos, un modelo que merezca la pena seguir? ¿Y los profesores? O dicho de otra manera ¿hay coherencia entre lo que pensamos, decimos y hacemos? ¿Practicamos los valores que intentamos transmitir?
Por otra parte, es vital motivar y reforzar conductas positivas por pequeñas que sean ya que todo niño y toda persona necesita del reconocimiento para sentirse valorado. Para un adolescente es gratificante poder sentir en algún momento una experiencia de éxito, que muchas veces viene de una simple palabra empleada en el tono y momento adecuado ¡Tú puedes! ¡qué bien lo has hecho!.. hacer que sienta confianza en sí mismo (que es básica desde la primera etapa escolar). En definitiva, el progreso hay que reconocérselo. Una sugerencia podría ser la de hacer planes pedagógicos compartidos entre familia y escuela (los dos últimos cursos de Primaria son fundamentales para evitar el fracaso escolar). Estos planes deben apoyarse en las fortalezas de nuestros hijos (empatía, mano izquierda, habilidad del educador ). Si un niño nace vulnerable o tímido los padres y profesores debemos interactuar y aprender a tratarlo. Una buena idea podría ser la de elaborar un programa educativo conjunto, es decir, ponernos de acu
El caso es que actualmente familia y escuela encuentran muchos obstáculos en el camino para dar respuesta a una sociedad tan compleja y diversa porque no olvidemos que nuestros alumnos siempre están aprendiendo algo, lo que no sabemos es qué. Trabajando en la misma dirección desde la casa y desde el colegio aprenderán cosas importantes, caso contrario no sabemos qué aprenderán.
He llegado a la conclusión, desde mi experiencia educativa, de que en Infantil y Primaria hay que poner en marcha una educación preventiva de manera que el niño aprenda a controlar sus emociones, impulsos e incluso normas (que aprenda a darse órdenes y a obedecerlas porque, como afirma Javier Cortés, "la autonomía, la libertad solo se construye a través de la obediencia". En la vida, primero tenemos que aprender a obedecer para después ganarnos la autoridad-respeto y no caer en el autoritarismo-fuerza. Desde pequeños hay que formar personas con valores democráticos. En este sentido, como sugerencia propongo poner en marcha, desde las asociaciones de padres talleres educativos donde la familia pueda encontrar respuestas a los problemas que se les plantean en el hogar.
Un acto de violencia en la familia nunca debe ser premiado o pasado por alto, aquí sí hay que sancionar. "Si te dan, tú le das, no vayas a ser el tonto"…. El problema es que la educación de hoy es excesivamente tolerante con los alumnos, "dictadores del hogar y dictadores de la escuela". Se permite una agresividad, que si antes se solucionaba con golpes de mesa, o de vara del profesor, hoy se soluciona dando una palmadita en la espalda por parte de los padres. Hay que encontrar un término medio donde se empleen ciertas dosis de disciplina siempre desde el respeto a los derechos del niño.
La medida que utilizamos con los que no estudian consiste en algún tipo de castigo, pero castigar sólo sirve para inhibir una conducta pero no fomenta el convencimiento de la importancia del estudio. Por eso, tenemos que buscar recursos (que no comparaciones), modelos que puedan imitar… porque ¿Somos realmente los padres un buen referente para nuestros hijos, un modelo que merezca la pena seguir? ¿Y los profesores? O dicho de otra manera ¿hay coherencia entre lo que pensamos, decimos y hacemos? ¿Practicamos los valores que intentamos transmitir?
Por otra parte, es vital motivar y reforzar conductas positivas por pequeñas que sean ya que todo niño y toda persona necesita del reconocimiento para sentirse valorado. Para un adolescente es gratificante poder sentir en algún momento una experiencia de éxito, que muchas veces viene de una simple palabra empleada en el tono y momento adecuado ¡Tú puedes! ¡qué bien lo has hecho!.. hacer que sienta confianza en sí mismo (que es básica desde la primera etapa escolar). En definitiva, el progreso hay que reconocérselo. Una sugerencia podría ser la de hacer planes pedagógicos compartidos entre familia y escuela (los dos últimos cursos de Primaria son fundamentales para evitar el fracaso escolar). Estos planes deben apoyarse en las fortalezas de nuestros hijos (empatía, mano izquierda, habilidad del educador ). Si un niño nace vulnerable o tímido los padres y profesores debemos interactuar y aprender a tratarlo. Una buena idea podría ser la de elaborar un programa educativo conjunto, es decir, ponernos de acu
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