Como dijo en una ocasión un enjuto hidalgo a su fiel escudero, la ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear, al menos en algunos casos. Lo digo así porque acaba de anunciarse la autorización de la Junta de Andalucía a un nuevo parque eólico entre Nacimiento y Alboloduy, con lo cual dentro de poco podremos ver las lomas coronadas con multitud de artefactos. Ya sé que son muchos los que no ven en el invento más que un avance de sostenibilidad alternativa y ahorro medioambiental pero, como dijo en ocasión un cachazudo escudero a un tronado caballero, no son gigantes lo que allí se ve, sino otra cosa. Así que me van a dispensar, pero donde muchos ven el futuro y la panacea ecológica, uno no ve más que un escenario propio jodido a conciencia. También sé que Machado decía que patria no es la tierra que uno pisa sino la tierra que uno labra, y que estos cacharros son los arados del futuro y todo eso, pero estoy seguro de que la literatura española sería hoy muy diferente si al bueno de don Antonio le hubieran llenado su horizonte de campos sin arados, regatos y arboledas, con estas birrias. Y es que por muy benéficos que sean (que no lo pongo en duda, oiga) los aerogeneradores que desde hace unos años siembran nuestro paisaje, cada vez que veo uno no puedo pensar en megavatios, sino en la destrucción de mi encuadre. De todos modos, puede que la clave de tanta profusión eólica esté en que, además de electricidad, estas cosas generan beneficios a determinadas empresas de determinadas personas a las que la ventura de tener determinados amigos siempre conduce por el camino correcto. Por ahí sopla en viento.
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