Honoris Causa para el nieto del barrilero de Pescadería

El científico defensor de la dieta mediterránea será coronado con laurel en la UAL

Miguel Ángel Martínez-González, catedrático de la Universidad de Navarra.
Miguel Ángel Martínez-González, catedrático de la Universidad de Navarra. La Voz
Manuel León
23:37 • 16 oct. 2024 / actualizado a las 23:56 • 16 oct. 2024

A Miguel Ángel Arráez, un almeriense de Ciudad Jardín, Almería lo descubrió en 2016, cuando llevaba una década siendo uno de los diez mejores neurocirujanos de España. Ha salido tanta clarividencia fuera de esta provincia, de la que se escapaba porque no había nada, que, a veces, los almerienses perdemos la cuenta. Los mejores se iban siempre. O casi siempre. Ya no. Hay una Universidad a la altura y un tejido empresarial que no es Palo Alto, pero que ha dado un salto espectacular en los últimos 30 años.



Pero sigue habiendo muchos almerienses como Miguel Ángel haciendo mejor la tierra donde emigraron por razones profesionales y siguen siendo unos desconocidos en el sitio donde vieron la luz primera. Es el caso de un malagueño de la quinta del 57, de raíces almerienses, hijo del médico Manuel Martínez, quien, galeno como su progenitor, ha conquistado el mundo con sus estudios sobre la dieta mediterránea. Es otro Michelangelo, Miguel Ángel Martínez por más señas, es catedrático de Medicina preventiva en la Universidad de Navarra, ha ejercido como investigador en Nutrición en la Universidad de Harvard y su alto nivel de publicaciones le incluyen en el listado de los 6.000 científicos más citados del mundo. Su currículum completo no cabe en estas pocas líneas. Miguel Ángel nunca ha perdido el vínculo con sus orígenes -la casa donde se crió se llamaba El Indalo- con sus recuerdos de cuando era un niño y pasaba las vacaciones en la casa de su tío Martín, de cuando le contaban historias de su abuelo Miguel, el barrilero de Pescadería.



Mañana, el nieto de aquel brioso artesano del negocio de la uva será investido Doctor Honoris Causa en la UAL. Todo un honor para él y todo un honor para Almería, su ciudad genética; todo un honor para una tierra escasamente comprendida; todo un honor para una tierra estigmatiza por la legaña y culpada por mirar perpetuamente al cielo buscando lo que a otras les sobra. Miguel Ángel mañana se subirá al estrado de la UAL junto a Andrés Pociña, un catedrático de la Universidad de Granada de origen gallego, muy vinculado al antiguo CUA almeriense, un filósofo, un humanista capaz de escribir ensayos enjundiosos sobre la Medea de Eurípides. Se subirán los dos próceres a esa madera noble del Paraninfo urcitano y será como un pequeño triunfo, una exhibición humilde de que el estudio, el trabajo, el sudor intelectual sirve para algo. A veces hay que parar el sol y el tiempo, como hizo Dios con Josué, como ha hecho la Universidad de Almería, y vestir de púrpura y birrete a quien lo merece, aunque sea egoístamente, para que sirvan de ejemplo a la muchachada que viene y que estará allí viendo a los dos insignes recibir el anillo y los guantes blancos, como los antiguos romanos recibían la corona de laurel.








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