Los memoriones analíticos de la prensa suelen hablar de un país en crisis económica, política y social, pero pienso que las masas no se enteran hasta que no ven los problemas encarnados en personajes reales. Del pasado disponemos el lugar común de la España cervantina de "Rinconete y Cortadillo", de la España de Goya con sus brujas y aquelarres, y algo más cercana en el tiempo, la España de Machado de charanga y pandereta. Hoy tendríamos la España del pelotazo, de la corrupción y de la picaresca por arriba.
Lo que ocurre es que todavía no ha nacido el genio que la inmortalice haciéndola visible, si bien no faltan duros trazos negros en humoristas, directores de cine, escritores de novela. El retablo sería copioso, sin duda. Un Ruiz Mateos haciendo el signo de la victoria con sus dos Rumasas al pairo y una legión de gente detrás sintiéndose estafada. Díaz Ferrán, expresidente de la CEOE y ex administrador de Viajes Marsans, implicado en la quiebra fraudulenta y ahora con problemas para sacar el yate de España.
El inefable Dívar, más místico que ascético, según escribió Pallín; un presidente del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo bajo sospecha de utilizar dinero público para sus veinte viajes a Marbella. Verle ahora revestido con toda la pompa de sus entorchados simbólicos y siendo al mismo tiempo objeto de juzgado produce pena cuando menos. Paso de largo por los héroes manirrotos de Gúrtel así como por los protagonistas del escándalo andaluz del EREs. Son dos casos que apestan ya de puro manidos. Un penúltimo y doloroso drama se ha unido al retablo surrealista, el de Sor María y la historia de los niños robados. Pavorosa España.
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