Cinco lecciones que tiene que aprender Almería de la tragedia de Valencia

Carta del director

Voluntarios en Valencia.
Voluntarios en Valencia. Europa Press
Pedro Manuel de La Cruz
20:48 • 09 nov. 2024

La tragedia inconsolable que vive Valencia es un paisaje desolador del que, además de exigir responsabilidades políticas y penales, hay que sacar lecciones que, en la provincia de Almería, por la climatología, la orografía y la irresponsabilidad, tienen el carácter de máxima urgencia. El horror y el error de Valencia no puede volver a repetirse. Para que así sea es imprescindible adoptar medidas.



1.- Hacer caso a los que saben



A los españoles siempre nos ha caracterizado la irremediable vocación de sentirnos más cercanos al intangible de la fe que a la realidad de la Ciencia. En cuestiones climáticas esta irrazonable actitud ha provocado que durante siglos los agricultores hayan dedicado mas esfuerzo a rezar a los santos que a reivindicar a los gobiernos. Somos un país en rezo permanente. Por la mañana sacamos al patrón para implorar que llueva, para, por la tarde, volverlo a sacar implorándole que deje de llover. La ciencia se percibe por muchos, en el mejor de los casos, como una entelequia construida por investigadores delirantes y, en el peor, como una enemiga de las convicciones históricas. No es una exageración. Ahí están los negacionistas del cambio climático. Su llegada a los gobiernos a través de Vox ha llevado al paroxismo de que el Gobierno valenciano suprimiera la Unidad Valenciana de Emergencias (la UVE) días antes de aprobar los apoyos a la fiesta de los toros a propuesta de un vicepresidente de la Generalitat en cuyo curriculum lo único destacable es haber sido torero.



2.- Alertar sin demora



Nadie y nunca podremos saber cuántas muertes se habrían evitado si el presidente Mazón no hubiera tardado más de doce horas- mas de doce horas- en lanzar la Alerta. Lo que sí sabemos es que su actitud fue un atentado contra la ciencia y sus enseñanzas por las que deberá responder.



El pasado domingo la Aemet lanzó una alerta por riesgo extremo en algunas comarcas de Almería. Esa mañana contacté con responsables del Gobierno, de la Junta, Diputación y alcaldes y alcaldesas de los municipios alertados. No hubo ni uno solo que no hubiese tomado todas las medidas por si la amenaza se hacía realidad. Desalojo de cauces, cierre peatonal a ramblas, gabinetes de crisis, información puntual y al segundo, traslado de vecinos que estaban en zonas susceptibles de riesgo a pabellones deportivos. Todas las medidas estaban tomadas. Afortunadamente la amenaza no se hizo realidad, pero ya se habían tomado todas las precauciones. Conviene recordarlo frente a los predicadores de la antipolítica que, como señaló el Rey, son un peligro.



3.- Hacer caso a la verdad, no a la mentira



Den la espalda a quienes aprovechan una situación caótica para añadir más caos. Hay que huir de los cretinos llenos de estupidez malvada que utilizan sus móviles para disparar bulos.


La alarma creada por los iluminados que aseguraban que en el parking de Bonaire había centenares de muertos generó una ansiedad demoledora en todos aquellos que sabían o pensaban que algún familiar o conocido estaba o podría haber ido a ese parque comercial. No había ningún fallecido, pero el pánico destruyó emocionalmente a miles de personas hasta que se conoció la realidad.


Estamos alcanzando- y muchos promoviendo- una situación emocional en la que la mentira es más verosímil que la verdad y en la que el argumento razonado es culpable mientras que los bulos interesados son inocentes.


4.- Prevenir antes que curar

Las cifras sobre la cobertura de los seguros en el sector agrícola almeriense son demoledoras. La industria agroalimentaria más moderna del mundo no puede comportarse con una mentalidad más cercana al siglo IXX que al siglo XXI. Los invernaderos son estructuras industriales y deben cubrir sus riesgos como cualquier otra actividad. Que a estas alturas del siglo y la modernización de nuestras estructuras productivas, el plástico que cubre los invernaderos asegurados solo alcance el 60% y el 15% de la cosecha son dos datos desalentadores y que indican que algo no se está haciendo bien.


5.- Prohibir el uso de zonas inundables

La orografía ha diseñado una estructura territorial de extremada complejidad. Los barrancos, las ramblas y los ríos son triángulos que permanecen dormidos durante decenios, pero, cuando llegan las lluvias, su despertar es estruendoso. En la provincia son muchas las zonas sometidas a la amenaza permanente de las riadas. Siempre ha sido así, pero la realidad incontestable del cambio climático ha aumentado su peligrosidad de forma exponencial. En Almería hay construidas más de 25.000 edificaciones en zonas inundables o de alta peligrosidad y miles de hectáreas de invernaderos que se verían arrasadas si la provincia sufriera una DANA similar a la de Valencia. Antonio Fernández lo explica hoy en un excelente reportaje en la edición digital y de papel de La Voz. Unas cifras alarmantes que exigen la adopción de medidas contundentes que eviten que se siga construyendo en zonas sin una seguridad total y, a la vez, que se lleven a cabo obras de ingeniería y limpieza que eliminen, de una vez y para siempre, la ansiedad de vivir en zonas en las que la tragedia no es un argumento teatral, sino una inconsolable desolación de horror, lágrimas y muerte.


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