Contra lo que muchos piensan, la confesión mayoritaria de este país no se santigua ante un crucifijo, el icono es de cuero, redondo y adormece a las masas con afán redentor, la resurrección de éstas se produce mientras hay pienso: la Liga, la Champions, la Copa, Mundial, partidos clasificatorios... No lo duden el “tablao” está atado y bien atado. Y pitadas aparte, rodando la bola, todos tan contentos. Aquí no hay crisis que valga: fichajes descomunales, campos llenos, contratos de estraperlo, y hasta en la deuda del fútbol con la Seguridad Social mutis por el foro, coartada y llegamos a un apaño, por el bien público.
La otra religión, la de las almas, o más bien la institución que la sustenta, está, en esta crisis económica, también en la diana por la opinión pública: aquí no se escapa ni el apuntador. Estamos tan de los nervios que éstos se pierden, con facilidad... En fin, el otro día ante la pregunta de un periodista sobre si los ayuntamientos cobrarían el IBI a las propiedades eclesiásticas. Monseñor Rouco Varela asegura que cumplirán la Ley (una obviedad en un Estado de Derecho), pero alerta que este cumplimiento iría en detrimento de las acciones sociales que la Iglesia lleva acabo, y que la acción de Cáritas se vería mermada. ¡Toma Moreno!, que decía aquel genial Rockefeller del ventrílocuo José Luis Moreno. Monseñor detiene el derechazo con un golpe bajo, intimidatorio y amenazante. Mal favor hace este polémico representante máximo de El Vaticano en España con una actitud de poca prédica y ejemplo. Cáritas, cuya financiación fue en un 35,11 % pública, y en un 64,89% privada según los datos de su memoria anual del 2010, es erigida por los obispos para cumplir el ministerio de la caridad, acción que debe promover valores que la doctrina social de la Iglesia presenta como fundamentales en el compromiso social de los cristianos. Es innegable que es una de las caras amable y respetada de la Iglesia por la sociedad. Sus datos cantan y la retahíla de su tremenda e indispensable labor en campos como la acogida, asistencia, cooperación internacional, drogodependencia, sida, inmigración, juventud, mujer, personas sin hogar, etcétera, avergüenzan el cante amenazante dado por Rouco, cuando con su gol en propia puerta aleja atisbo de remontada ante lo necesario de una labor siempre, pero más ahora que se cae el tinglado de esta sociedad. Se puede rascar siempre de otro bolsillo, no del de los mas desfavorecidos Monseñor.
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