Una: La gamba, la cigala, el rape, el bogavante, se pescan a más de 200 brazas de profundidad y solo lo puede hacer un arte de arrastre. No vale el anzuelo, ni la traíña ni el trasmallo. La red y la puerta de un barco de arrastre hace lo mismo que hacía un arado desde los tiempo de Sinuhé el Egipcio: remover la tierra del fondo, sin más. Ningún patrón de barco ha matado a Manolete. Si alguien en Europa quiere comer gamba tiene que ser con arte de arrastre, si no, solo podrá comer sardina, jurel o boquerón.
Dos: A uno se le ocurren, sin profundizar mucho, cien cosas menos sostenibles que la pesca de arrastre, de las que Bruselas no prescinde. Pongamos por caso: un avión de Ryanair o un crucero de Norwegian Cruise Line que va a Santorini contamina más que una flota de barcos entera durante un mes, las fábricas de cristal de Bohemia, la producción de papel en Suecia, el metal que no se recicla en las fábricas alemanas de automóviles con cadmio y cromo, la industria química holandesa con emisiones de arsénico, plomo y zinc, la fabricación de cemento en Francia, las refinerías de gas en Lituania, los propios plásticos que contaminan el mar del Norte.
Tres: La ganancia de la pesca de arrastre no es solo la de los pescadores con botas de agua y chubasquero, no. Es también la de las pescaderías, el negocio minorista, los transportistas, las propias lonjas que sin arrastre tendrían que cerrar porque no se puede vivir solo de la pesca de sardina. Y la pesca de arrastre es también la carta de restaurantes como La Costa o Terraza Carmona o la de bares desde Adra hasta Terreros. Quién iría a Garrucha, a Carboneras o quién reservaría mesa y mantel en Los Sobrinos de Pescadería si desaparece el marisco del arrastre.
Cuatro: Lo que no pesquen los barcos de Almería o de Málaga lo pescarán en sus redes los de Argelia o Marruecos que no tienen restricciones de ningún tipo, que no tienen a un lituano echándoles el aliento en la nuca, que han aumentado su flota de arrastre hasta 380 barcos, mientras la andaluza se ha quedado en 90. Los peces no saben de cuotas ni fronteras, se mueven de unas aguas a otras, como hacemos las personas.
Cinco: La guerra a la pesca de arrastre, empezando por un ingenuo David Bisbal que arremete contra ella por desconocimiento, es puro postureo ecologista del lobby nórdico que ha puesto la diana en una modalidad pesquera que ignoran, que lleva practicándose en esta costa desde hace casi un siglo sin ningún problema, con mayores o menores capturas. Ningún informe científico de la UE actualizado -al menos no ha sido mostrado- avala que tenga que desaparecer la denominada por nuestros abuelos ‘pesca de pareja’ o ‘pesca a la vaca’.
Y seis: ¿De verdad que el gran problema ambiental de la humanidad es la gamba que pillan los barcos de Almería, de Garrucha o de Carboneras y los del resto del Mediterráneo?
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