Tenga usted la total y absoluta certeza”, “sé lo que tengo que hacer”, “estamos en el buen camino”, “con confianza y determinación saldremos de la crisis”, “las reformas van en la buena dirección”. He aquí unas cuantas frases de Rajoy nacidas más de la creencia voluntarista que del análisis. Por ahí fuera, los técnicos que manejan mejores datos no son tan soñadores. Y desde luego el pueblo español que grita en la calle, tampoco. Ortega ya distinguió bien entre ideas y creencias. En los partidos informados por mayorías creyentes, como es el PP, suele darse una invasión de conceptos fundamentalistas en la política. En este sentido el congreso de Granada ha tenido bastante de eucarístico. Absorto en el gran poder del líder, al militante no le queda más remedio que caer de rodillas, hacer genuflexiones y rezar el credo cuantas veces sean necesarias. Almería se ha llevado la palma en esta actitud rendida y genuflexa. Nada más nombrar a Juan Ignacio como presidente, Gabriel Amat lanzó la proclama de que su partido estaba al 250 por 100 con Zoido, un político prácticamente desconocido. Veremos en lo sucesivo cómo quedan las visitas al Cristo del Gran Poder porque de total y absoluta certeza nada de nada. Lo cual no es óbice para que el PP critique al PSOE por haber tenido un 30% de críticos contra las tesis de Griñán. Curiosa manera de entender la libertad de pensamiento y de conciencia. Si la derecha se enorgullece de estar unida bajo el cemento del poder, yo le recuerdo que cuando no lo tenían eran una manada de lobos enfurecidos que arrancaban la cerraduras de las sedes.
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