El banco malo

Un poco a escondidas, aprovechándose del verano,  con casi todos los políticos de vacaciones, con los periódicos a medio gas y los banqueros en pelotas, el ministro de Economía, señor Guindos ha introducido en el debate la necesidad de fundar un banco “malo”. En principio, todos los bancos son buenos. Dan dinero al cliente para que funde empresas, compre lo que no está  escrito, haga crecer el consumo y por ende el nivel de renta de todos los españoles. El hecho meramente linguístico de que a este banco le llamen “malo” se debe a que está infectado de cocodrilos que son los dentudos productos “tóxicos” y como decía aquella señora algo fondona del ‘Un, dos,  tres’ ¡esto huele….! Cansado el PP de salvar bancos en precario, tipo Bankia, y viendo que la burbuja inmobiliaria lo está pudriendo casi todo desde la hipoteca al desahucio, ha creído oportuno crear un correccional de bancos averiados, capaces de ser educados  para la austeridad que exige el ajuste de cuentas. 

La gente del paro, ya en el delirio del hambre y viendo que hasta a los defraudadores les dan una oportunidad, se dice para  sí: “Coño, ¡y por qué no me rescatan a mí también!” Esto pone en evidencia algo que se había cuidado mucho de ocultar hasta ahora. Y es que la crisis es de  antes del mandato de Zapatero aunque éste no acertara luego a poner fin a la misma.

No vale hacer demagogia aunque no todas las demagogias sean malas, pero ya verán cómo se las arreglan para que el ciudadano pague los trastos rotos tanto del banco bueno como del malo.