Orden, contraorden y desorden. Así se resume la deriva en la que está cayendo el gobierno bipartito de PSOE e IU en la Junta de Andalucía, que en lugar de gestionar con solvencia y eficacia la grave situación que atraviesa Andalucía, se dedica a montar peleas internas y a tomar posiciones partidistas ante la inminente publicación de los Presupuestos andaluces. Por insólito que parezca, las decisiones que el gobierno andaluz adopta colegiadamente acaban siendo motivo de escenificación de desacuerdos, disputas y matizaciones que luego deben ser corregidas incluso en varias ocasiones. Este vodevil que protagonizan los consejeros socialistas y comunistas y que dirige desde la desgana y la dejación el presidente Griñán, está trasladando una pésima imagen de Andalucía, comunidad que va a vivir el insólito bochorno de ver a su Parlamento cerrado y participando de la radicalidad de la nueva huelga general convocada por unos sindicatos entregados a una triste espiral de descrédito.
Habrá que recordar al desubicado presidente Griñán que durante los gobiernos del PSOE no toleró frivolidades ni excentricidades con el papel institucional del Parlamento Andaluz. Antes había que defender la representatividad y el prestigio de la institución parlamentaria, pero ahora la continuidad de la actividad institucional ya no importa, porque los socios radicales de Izquierda Unida exigen a Griñán que tome la parte de pancarta que le toca. Lo cierto es que el desencuentro y la descoordinación entre las dos partes del pacto de partidos perdedores de las últimas elecciones andaluzas se están haciendo evidentes a pasos agigantados.
Cualquier motivo es bueno para que salten las fricciones y poner de manifiesto que en el gobierno de la Junta no hay una, sino varias y divergentes voces. Sin duda, es lo último que necesita Andalucía en estos momentos de grave crisis económica, pero lo cierto es que los andaluces hemos de soportar el penoso espectáculo de ver a unos consejeros más preocupados por ganar posiciones dentro de su partido que por trabajar a favor de las crecientes necesidades de los andaluces afectados por al crisis.
Griñán debe actuar como presidente de la Junta antes que como cabeza visible de un pacto presuntamente progresista que amenaza con convertir al PSOE en una especie de pedanía de la radicalidad más obsoleta e improductiva.
Y los intereses de Andalucía desaconsejan cualquier aproximación o tolerancia partícipe con una huelga que, en estos momentos, tan sólo aporta confusión y ruido a un panorama que requiere de todas las fuerzas políticas un ejercicio de responsabilidad y ejemplo positivo.
Lamentablemente, el presidente Griñán ha apostado por volver, a su edad, a las barricadas.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/9/opinion/34034/dos-por-tres-calles