El mundo de la cultura

La famosa frase-multiuso, “Hay otros mundos, pero están en éste”, atribuida al poeta francés Paul Eluard, (1895-1952) no sólo sirve para anunciar colonias, sino que también la podemos rescatar ahora que otro mundo, el de “la cultura”, ha vuelto a emulsionarse para plasmar su decidido apoyo a otra huelga. Una vez más, el pretencioso y sedicente mundo de la cultura toma la pancarta y echa mano del tupperware argumental para refreír su habitual discurso de engolada superioridad moral: “nosotros somos los representantes de todo lo libre, lo bueno y lo bello y ellos son unos opulentos liberticidas.” Algunos hacen esta descarada proclama desde la suficiencia económica que le permite su condición de multimillonario tras las generosas subvenciones otorgadas por los derrochadores gobiernos de Zapatero. De bien nacido, ya se sabe,  es ser agradecido. Son el reparto habitual de estas producciones: los beneficiados, contratados, aupados, subvencionados, favorecidos, enaltecidos y, en muchos caso, sobrevalorados artistas que conocieron el éxito no por su trabajo, sino por razones de afinidad ideológica con anteriores gobiernos. No entremos ahora en nombres que todos conocemos, pero sí me gustaría decir que lo censurable no es su opinión sobre el Gobierno o su tendencia al balido teledirigido: lo peor es su desfachatez a la hora de erigirse en exclusivos portavoces de la Cultura española. ¿Quién les valida como ecosistema cultural propio? Pensemos que si “el mundo de la cultura almeriense” cabe en un pie de foto, deben existir por fuerza otros mundos culturales diferentes al de esta panda de envanecidos ombliguistas.