A lo largo de estas fechas, que tendrían que ser de verdad festivas y alegres, hemos recibido mensajes de todos y cada uno de aquellos políticos que se sienten dueños o amos del cortijo en el que vivimos. Desde el rey hasta el alcalde del más pequeño municipio, todos han querido mandar al personal un mensaje de esperanza e ilusión ante un futuro negro, muy negro, que por cierto no hemos creado nosotros. Nos han hablado como si la culpa fuera nuestra y sólo nuestra. Desde el primero hasta el último, todos han entonado la misma cantinela: “Con el esfuerzo de todos mejoraremos el futuro”. Serán...gaznápiros. Y el de ellos, ¿dónde está? Ellos solos, solicos, como decimos por estas tierras del sureste, se han bastado para “jodernos” el presente y teñir el futuro de negros nubarrónes. Ellos solos, solicos. Pero cuando se trata de arreglar algo que ellos han destrozado, los muy inútiles llaman a que todos metamos el hombro. Ahora resulta que tenemos que meter el hombro. Han llevado a la ruina a este país sin preguntarnos. Se han gastado nuestro dinero en lo que les ha dado la gana y sin consultarnos. Y ahora, si queremos salir del atolladero, ya saben lo que nos toca: “esforzarnos aún más”. ¿Aún más? Lo necesitan, señores. Sin nosotros no son capaces de sacarnos del atolladero en el que ellos solos, sin nuestra ayuda, nos metieron. Qué verguenza de mensajes, señor mío. Para lo que nos han dicho, más vale que se hubieran mantenido en silencio. En bocas cerradas, dice el refrán, no entran moscas. Pues en la de los políticos con mensajes en navidad han entrado para no salir en todo el año. Que les aprovechen.
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