¡Madre!, no me gusta la navidad porque muchos ni comen.
¡Madre!, es que ya ni tienen lágrimas, y tienen barrigas abultadas.
Ya no me gusta la navidad
¿Sabes, madre, que muchos no pueden poner el árbol?
Como aquél cuando nosotros éramos chicos
¿Te acuerdas, madre, como me acuerdo yo?
Estábamos tan llenos de ilusión
¡Los han echado de sus casas como a perros!
¡Madre! No me gusta la navidad.
Hay ya tantos que sufren: demasiadas barrigas infladas,
tantos vómitos y caída de pelo, tanta mirada baja
¡Madre!, ¡que hasta las golondrinas jóvenes se van de nuestro cielo!
Y ya solo se ven golondrinas de alas dolidas.
¡Madre!, sé que donde estás tienes frío pero
¡Llama a las de al lado que tienen más !
Coged mantones grandes que solo arropen,
mantos que solo protejan, que al tacto solo den mimos.
Que vengan ejércitos de mantones, ¡Que vengan!
Que nos arropen y nos mimen a todos, allí y aquí.
Mantones que tapen nuestro frío, que calmen nuestro dolor.
Y será entonces, solo así, sin violencia,
cuando veremos salir de los agujerillos de los cráneos envenenados
todas esas maldades.
Entonces, y solo entonces, y ya en esos cráneos vacíos,
quedarán huecos para que entren grandes bondades.
¡Madre!, llévate a tu ejército de mantones,
iros a vuestros sitios y taparos bien que no tengáis frío.
¡Que ya veo volver las primeras bandadas de golondrinas!
¡Madre, madre!, ¡Que son jóvenes, con alas nuevas!
Y, madre, estate tranquila: ya tienen un cielo limpio en el que poder volar.
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