La historia del recibo de la luz ha cambiado sustancialmente generándose una subida alarmante (según la OCU estaríamos hablando de aproximadamente un 70% en menos de cinco años). Antes de junio de 2007, los ciudadanos teníamos bastante clara la factura de la luz porque había una única empresa (“bendito monopolio aquel”) y las reglas del juego las fijaba el Estado.
Por tanto, lo que antes pagábamos a una determinada compañía eléctrica ahora hay que repartirlo entre varios agentes que intervienen en el control del sistema eléctrico español. En definitiva, la competencia y la liberalización han sido nefastas para el consumidor ya que, desde que se produjo el cambio, hay que dar de comer también a la empresa comercializadora, a la distribuidora y, por supuesto, a la generadora. Por otra parte, las quejas contra las compañías eléctricas se han disparado durante los últimos años (hace unos días los medios de comunicación nos daban la noticia de que, durante 2011, se habían producido más de un millón de reclamaciones por cobros indebidos consecutivos). La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) y otros interlocutores, calculan que en los últimos 5 años la factura ha crecido alrededor de un 70-80% "por una regulación nefasta y unas compañías eléctricas que no paran de ganar dinero" y predicen que "seguirá subiendo".
"Las eléctricas se benefician de un mecanismo injusto y opaco que esconde cuánto cuesta de verdad la electricidad". Otra cuestión es la de la factura en sí misma que, verdaderamente, no hay quien la entienda y que incluye una cantidad de conceptos inverosímiles, a la vez que se producen extraños desajustes entre esa lectura estimada y la real. Los consumidores tenemos ya casi certeza de que se nos está engañando tanto en lo estimativo como en lo real y, la propuesta, sería limitar todos esos costes y que seamos los ciudadanos los que leamos nuestro contador porque sospechamos de la limpieza del proceso.
El Gobierno, cuatro años después de su eliminación, vuelve al recibo de la luz bimestral, que será una realidad a partir del próximo mes de abril tanto en los hogares como en las pymes que podrán facturar de acuerdo con el consumo real que reflejan los contadores. Esperemos que lo lean bien, porque es lo justo pagar por lo que se consume y no por lo que se estima. Sin embargo el hecho de pasar el recibo bimensual no va a terminar con este abuso descarado en el precio de la luz. Una legión de consumidores estamos de acuerdo con la OCU cuando nos dicen que "Las eléctricas se benefician de un mecanismo injusto y opaco que esconde cuánto cuesta de verdad la electricidad" y que no están claros los baremos que fijan esta espectacular subida de la luz. Uno de los principales problemas para los consumidores es la mencionada factura eléctrica, cuestión por la que más reclamamos. Con las actuales facturas el consumidor duda de cuánto y a quién paga. Desde la liberalización no sabemos a quién pagamos: ¿a la distribuidora o a la comercializadora? ¿A ambas? ¿hay alguien a quien no vemos interviniendo también en el peaje al ciudadano?
Siguiendo con la reflexión, podríamos plantearnos algunas cuestiones: ¿Tendrán fin estos brutales incrementos en el recibo de la luz?, ¿Por qué la electricidad española es la más cara del mundo?, ¿Por qué, si nosotros pagamos cada día más, el déficit de la tarifa eléctrica se incrementa cada año en 4.000 millones de euros?, ¿Existen esas mafias, de las que hablan algunos medios de comunicación, que controlan el mercado eléctrico con el beneplácito o la impotencia del Estado?, ¿Por qué no teníamos estos problemas hace años?, ¿qué beneficios obtenemos los españoles privatizando la producción de energía eléctrica? Lo que resulta evidente no se puede negar: Todos los españoles hemos salido muy perjudicados desde 2007, cuando arrancó un nuevo sistema para fijar el precio de la electricidad a través de la subasta CESUR (Contratos de Energía para el Suministro de Último Recurso).
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