Ya en el año 1993 una Directiva Comunitaria, relativa a la protección de los derechos de los consumidores, establecía la obligación de los Estados miembros de velar sobre la inclusión de cláusulas abusivas en los contratos.
España hizo la traslación: reconocimiento de su aplicación como norma, al año siguiente. Pese a ello, ha dejado intacta la legislación hipotecaria, que permite entre otras lindezas ; que un juzgado subaste la vivienda por un solo impago, que los intereses moratorios ascienda a cuotas muy por encima del interés legal, que cualquier oposición procesal a la ambición tutelada de las entidades financieras resultase infructuosa y que un procedimiento sumario atase las manos de la judicatura y desprotegiera o acentuará aún más, la desgracia del deudor y la prolongación de su ruina por tiempo indefinido, ante la falta de previsión respecto a la dación en pago.
El Tribunal de Justicia de la Unión Europea a instancias de Juez Fernández Seijo , en el caso de Mohammed Aziz, ha cuestionado nuestra legislación hipotecaria por su iniquidad e imperativa obsolescencia, por la indefensión real que generaba en el deudor, convertido en siervo despojado y desnudo ante la autoridad y señorío del banco, vencedor anticipado en todas esta contiendas, unas 250.000 batallas,que desde el año 2008 se han librado en España, con un mismo resultado, un único y anticipado vencedor, porque las reglas del juego llevan más de un siglo amañadas y decenas de miles de perdedores, que arrastrarán un drama familiar perdurable, otros ya no les queda nada que arrastrar, habló de los suicidios conocidos por los desahucios hipotecarios y los que no afloraron que a buen seguro será bastantes más.
Es cierto que la integridad de estos procedimientos hipotecarios, no tienen por objeto la primera vivienda, con su carga de necesidad y de derecho prioritario, se incluyen locales comerciales, segundas viviendas… pero una vez hecha las exclusiones pertinentes, deberemos preguntarnos sobre la conciencia de los sucesivos gobiernos que desde 1994 han dirigido este país, sobre su impasibilidad cómplice en el mantenimiento de leyes viciadas, implacables frente al débil y serviciales al poderoso. La falta de previsión y la desatención sobre problemas acuciantes para los ciudadanos, deshonra a quienes tienen medios e instrumentos a su alcance, para efectuar transformaciones y cambios sociales beneficiosos, pero las responsabilidades no se detienen en los escaños de un parlamento, ni en las alfombras de un Consejo de Ministros, también llega a quienes consienten por pura inercia o despreocupación situaciones como esta.
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