La nueva Ley de Costas

No parece que el PP se esté flagelando demasiado con los estropicios urbanísticos que se cometieron en el litoral antes de que estallara la burbuja inmobiliaria. Aquella ancha y generosa Ley del Suelo, promovida por Aznar, daba rienda suelta al enriquecimiento rápido aunque ahora estemos pagando las consecuencias con tres millones de viviendas vacías. En este sentido, la derecha es incorregible. La larga y frustrada historia del Algarrobico ha venido durante años pivotando sobre la duda de si eran cien metros o menos la línea de protección de la playa. Bien, el PP anda puesto en que sean menos. Según ha sido publicado, la franja liberada o línea de servidumbre serán en lo sucesivo los 20 metros. Pero no acaba aquí la política del  espejo retrovisor. Como primera providencia quedó paralizada la orden de distanciar los chiringuitos. Otro elemento de polémica es la salvación de 10.000 viviendas que estaban amenazadas de diversas irregularidades. Los dueños de estas viviendas se salvan de la demolición pero deberán atenerse a un complejo y minucioso pliego de condiciones. Requisitos como tener acceso rodado, evacuación de aguas residuales y energía eléctrica amén de cubrir los posibles efectos del cambio climático. La oposición califica estas disposiciones como un “coladero” en la vigente Ley de Costas. Tal profusión de artículos derogatorios de la política ecologista anterior conduce a pensar que  no se cumplirá nada a tenor de aquella máxima inmovilista que dice que hay que cambiar algo para que todo quede igual. Nada teman, por tanto, los organizadores de fiestas sanjuaneras, carreras de motos, cuchipandas y otros eventos que dejan la playa como si fuera propiedad privada. Aquí todavía podemos ir al mar sin pagar entrada. No se tardará mucho en que salga un guardia jurado diciéndonos “prohibido el paso”.