El bucle permanente del PSOE

El bucle permanente del PSOE

Pedro Manuel de La Cruz
17:07 • 28 abr. 2013

El PSOE se enfrenta mañana a una asamblea extraordinaria para elegir a su nueva dirección en la capital. Hasta ahora han sido cuatro los militantes que han hecho pública su decisión de competir por la secretaría general pero en un partido tan cercano a veces a la sorpresa nada es predecible. Pueden mantenerse las cuatro candidaturas; ser mayor el número de aspirantes; o quedar reducidos a una sólo opción procesionando todos detrás de la imagen hueca de la unidad. Da igual, nadie se va a tomar muy en serio lo que ocurra.


La historia del socialismo capitalino desde su fundación es una quimera. Los pioneros que llegaron a la sede en aquellos meses predemocráticos de mediados de los setenta no lo hicieron solos, llegaron acompañados primero de sus familias (alguno de ellos, después de saberse de memoria El Padrino de Marlon Brando. – Ah, la familia, siempre la familia-) y más tarde de sus vecinos de calle, de sus conocidos de barrio.


Casi cuarenta años después aquella estructura no ha cambiado. Es verdad que ya (casi) no hay tribus familiares y la vecindad ha dejado de existir como vinculo de militancia interna. Ahora la travesía se reduce a dos trincheras: los que aspiran a continuar mandando y los que aspiran a mandar (o a influir) todavía más.




De las cuatro opciones que se han presentado, ninguna está alejada del altar del poder. Como obispos o como diáconos, pero todos han estado estos años participando en la ceremonia. La circunstancia de que tres de ellos hayan ocupado cargos en la anterior dirección local y otro haya pertenecido a la ejecutiva que le precedió, es una muestra incontestable del bucle permanente en que se ha convertido la vida interna de este partido. ¿Qué alternativa novedosa van a presentar Fernando Martínez, Francisco Giménez y Antonio Ruano si, los tres., han sido presidente, vicesecretario y secretario de organización en la ejecutiva que acaba de dimitir tras dos años gestionando la nada?; ¿Qué va a aportar Menezo que no lo hubiera podido hacer cuando era secretario de Ideas en la anterior ejecutivas?


Heráclito se equivocó. No es cierto que nadie se bañe dos veces en el mismo río: Aquí llevamos años viendo a los mismos bañándose en la misma charca y ya no hay capacidad para la sorpresa. La voluntad de renovación es tan inexistente que han tenido la delicadeza de no caer en el cinismo lampedusiano de aparentar que todo va a cambiar para que todo siga igual.




Todo seguirá igual. Pase lo que pase hasta mañana y mañana nada va a cambiar. Antes de la primavera de 2015 la dirección que salga elegida dentro de unas horas entrará en crisis por la ausencia de algunos de sus miembros de la candidatura a las municipales de ese año. Y la noria volverá a girar recordando a Machado y su “hoy es siempre todavía”.


Desde su llegada a la secretaria provincial Sánchez Teruel dejó claro que su voluntad no era remover sino renovar. Es cierto que esa aspiración no puede llevarse a la práctica desde la inmediatez; que en el PSOE, como en cualquier organización, existen condicionantes que imponen la ponderación como método de análisis, la mesura como estrategia a desarrollar y el equilibrio como instrumento para no fracasar en el empeño; que, al cabo, cuarenta años no se pueden borrar (ni es acertado, ni justo, ni inteligente) en cuarenta semanas.




Pero la situación del PSOE capitalino es tan precaria que cualquier decisión que tomen los militantes no va a aumentar más su deterioro. Esa es la única verdad de la que parten. Elijan el camino que elijan nunca saldrán del laberinto. La única posibilidad sería ignorarlo. ¿Qué cómo? Pues quizá pidiendo un gesto de generosidad a todos los que desde los setenta hasta ahora han pertenecido al comité ejecutivo para que, agradeciéndoles el trabajo realizado, disfruten de un merecido descanso y que sean otros y otras los que, incontaminados por el pasado, sean capaces de enfrentarse al futuro.


La función debe cambiar de actores y de argumento; si no lo hacen el espectáculo continuará pero ya no habrá nadie que les vea (y vote) desde el patio de butacas. 



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