¿Más cerca?

No hace demasiadas semanas, la consejera de Presidencia de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, ofrecía una entrevista en LA VOZ, en la que, demostrando esa severa intolerancia con la realidad que ha conseguido acreditar nuestro gobierno autonómico, aseguraba que “los almerienses ya sienten más de cerca la presencia de la Junta de Andalucía”. Recuerdo que semejante afirmación me llevó a pensar en las importantes diferencias que existen entre cercanía y acoso, porque hay proximidades, como las del loco con un hacha al otro lado de la puerta del baño, que no las queremos ni en película. El caso es que no ha hecho falta que pase mucho tiempo para que los almerienses veamos de cerca, una vez más, el indisimulable afecto que los gobernantes sevillanos profesan a nuestra capital. Recientemente habrán visto que se ha anunciado el plan municipal de remodelar la Plaza Carabineros, junto al Paseo Marítimo, para abrir esa zona de la ciudad al mar. La plaza es titularidad de la Junta de Andalucía y, en principio, cabría esperar un gesto de cariñosa cercanía con Almería, cediendo desinteresadamente ese espacio al Ayuntamiento no para hacer rascacielos, hoteles o bingos, sino para abrir esa zona del barrio del Zapillo a la playa. Y si digo que cabría esperar ese gesto, no es ya sólo por las entrañables declaraciones de proximidad de la consejera, sino por un simple principio de gentil reciprocidad, habida cuenta de la generosa respuesta del Ayuntamiento de la capital cada vez que la Junta ha solicitado solares o espacios para hacer centros de Salud (en San Luis, Costacabana, Nueva Almería, Piedras Redondas…) o el IES de El Toyo e incluso el solar para la Facultad de Medicina. Cesiones gratis al gobierno autonómico por entender que era una cosa buena para Almería y los almerienses. Pues bien, con la Plaza Carabineros no ha habido el más mínimo problema por parte de la Junta: el Ayuntamiento sólo ha tenido que comprársela por 600.000 euros de nada. Pues eso, que de nada. Ya ven que hay ocasiones en donde casi es mejor que no se esté tan cerca, porque tanta transpiración de afecto acaba saliendo carísima.