Dada la indeclinable vocación de servicio público que tiene este modesto espacio, me atrevo a recordar desde aquí un par de cosas a los responsables de Izquierda Unida de Almería. Lo primero es que la práctica totalidad de la población adulta de Almería sabe leer. Y lo segundo, que esa teoría de que la gente no tiene memoria es un mito.
Lo digo porque sólo desde la errónea valoración de los niveles educativos de los almerienses o la pintoresca convicción de una disfunción neurológica generalizada podría poner en marcha la coalición Izquierda Unida una campaña a favor del singular Decreto-Ley de medidas “para garantizar la función social de la vivienda” desarrollado por doña Elena Cortés, la consejera que sueña con ser escrachera.
Pero la gente en Almería se informa y no se olvida de las cosas que pasan. Y es que me temo que los promotores de la campaña podrían verse abocados al bochorno y al soponcio, no ya por el hecho (irrelevante para ellos) de que el Tribunal Constitucional haya paralizado cautelarmente su decreto, sino por la posibilidad de que en medio de la soflama de turno alguien se les acerque a preguntar por la casa que su líder Diego Valderas consiguió comprar a buen precio gracias al desahucio de su vecino.
No parece prudente salir a la calle a expresar la náusea que provoca el injusto sistema, cuando resulta que nuestro jefe está sacando provecho de eso mismo.
“Cada desahucio, cada desgracia que ocurra por esta circunstancia llevará la cara y la firma del Partido Popular de Rajoy”, argumentó la coordinadora provincial de IU, Rosalía Martín.
Las desgracias, siempre con la cara del otro. ¿Y los chollos inmobiliarios? Pues con la caradura de Izquierda Unida y de Diego Valderas.
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