Ideas a la sombra del Toblerone

Ideas a la sombra del Toblerone

Pedro Manuel de La Cruz
23:46 • 13 jul. 2013

A hora que el vendaval del Toblerone ha amainado convendría recordar que hay otros espacios pendientes donde cabría aventar los vientos de ese espíritu reivindicativo.


El domingo pasado asistí como espectador a la asamblea informativa que la Plataforma en defensa de su permanencia celebró en su particular plaza Tharir, allí donde comienza el paseo marítimo. No comparto la opinión de los que lo defienden (así lo escribí en estas páginas ese mismo día), pero el relativismo enseña que nadie tiene toda la razón y, por tanto, nadie está totalmente equivocado. Escuchar es un ejercicio recomendable siempre, y más cuando se trata de opiniones distintas a las propias. La discrepancia no molesta, al contrario, enriquece el conocimiento, ayuda a comprender la realidad y, a veces, aporta ideas para transformarla.


Una de esas ideas puede ser la de animar a que el espíritu reivindicativo nacido a la sombra del Toblerone no se consuma con la caída de la última plancha de metal. La energía demostrada en los actos promovidos por sus defensores debería canalizarse, con estos y otros protagonistas, hacia otros proyectos varados en la nave almeriense del olvido.




Uno de ellos podría ser el futuro hospital materno infantil. Han pasado más de tres años desde que las autoridades pusieran la primera piedra y la segunda todavía sigue esperando su colocación. Todos estamos de acuerdo en que educación y sanidad son dos pilares del estado del bienestar que deberían ser intocables en sus prestaciones e inaplazables en su mejora. Lo que sorprende es que, en el caso del materno infantil, hayan sido muy pocos los que han alzado su voz ante tanta tardanza. 


Lo ha hecho el PP -con razón- y por razones partidistas: Es una obra de la Junta; pero ¿por qué no lo hace con la misma vehemencia en el parón del AVE o en la autovía con Málaga, que corresponden a su gobierno?; no lo han hecho ni PSOE ni IU -sin razón- y también por razones partidistas: ¿Por qué critican la ausencia de financiación para la alta velocidad y callan por la misma ausencia en el hospital?




En cuanto a los colectivos sociales, la queja por el posible aumento del nivel de partículas en el aire provocado por las obras de derribo del almacén y su influencia en el sistema respiratorio de los niños es elogiable; pero sería más consistente si también se hubiese utilizado antes y se utiliza a partir de ahora contra la masificación en los servicios de urgencia o en las consultas externas. La contaminación es un problema; la ausencia de pediatras, también. 


No hemos oído a casi nadie- y los políticos, cuando lo han hecho, lo han hecho por razones partidistas- protestar en una plaza o invadir las redes sociales por unas obras que mejorarían de forma más que notable la calidad asistencial a madres y niños. 




Nunca es tarde. La energía desplegada esta semana por colectivos y partidos debería tener su continuidad en esa agenda de carencias que tanto ofenden las aspiraciones ciudadanas compartidas.


Porque no sólo es el olvidado materno-infantil la carencia que debería abochornar a quienes nos gobiernan. También lo es la obra interminable de la plaza Vieja. O la utilización por los ciudadanos del Cable Inglés. O el insulto de un tren que tarda más de siete horas en llegar a Madrid. O la paralización de la autovía del Almanzora. O la ausencia de conexión de la A 92 y la A 7 a la altura Viator. O la vía rápida que una la avenida del Mediterráneo con la Variante de Almería. O la indolencia de 15 años sobre qué hacer con la antigua estación de tren. O la terminación del desdoblamiento de la variante de El Alquián hasta el Toyo. O el proyecto Puerto- Ciudad. En fin, sobre tantos y tantos debes que existen en esa agenda de carencias que nadie quiere abrir porque todos son (somos: los ciudadanos también, por no reivindicar) responsables.


Los almerienses en particular sentimos una atracción fatal por la brevedad de la llama. Aquí somos capaces de hacer un Dos de Mayo, y un tres, y un cuatro… pero el quinto día ya estamos cansados y cada uno vuelve a su casa sin haber aprendido que las aspiraciones no se alcanzan con la vehemencia emotiva del momento, sino con la contundencia de la perseverancia.


La protesta del Toblerone no ha servido para nada. Pero su estrategia y su energía puede servir para mucho y en aspiraciones más razonables y con mayor acuerdo social. Sólo hace falta aprender- y mantener viva-la lección.



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