Igual que ha sucedido con numerosas cuestiones, los desahucios han sido una realidad incómoda y dolorosa -pero irrelevante desde el punto de vista informativo- que sólo ha saltado a las portadas a raíz de la entrada del Partido Popular en el Gobierno.
Ya sé que esto que digo molesta porque traslada una imagen sectaria a un movimiento que, objetivamente, tiene todas las bendiciones sociales: nadie puede permanecer impasible cuando una familia es expulsada de su hogar por una deuda. A mí, al menos, se me revuelven las tripas.
Ahora bien, resulta divertidísimo ver que partidos como PSOE o IU pretendan convertirse en abanderados de la lucha solidaria contra los desahucios, más que nada porque ambas formaciones tienen tantos o más motivos que el PP para ponerse de perfil y mirar a otro lado.
Quiero aprovechar desde aquí para desmentir el rumor (instalado en algunos gabinetes de pensamiento) de que los almerienses padezcamos algún tipo disfunción cognitiva generalizada.
Los almerienses sabemos, al igual que el resto de españoles, que los desahucios están en marcha ahora empezaron a gestarse durante los años en que el PSOE de Zapatero hizo mangas y capirotes con la misma banca que ahora pretende criminalizar. ¿O es que nos hemos olvidado de esa economía de Champions y de lo sólido y fiable que era nuestro sistema bancario?
Por otro lado, creo que ningún miembro de la coalición Izquierda Unida, cuyo ex coordinador general, Diego Valderas, se aprovechó del desahucio de un vecino para comprarse otra casa, debería atreverse a mencionar el tema.
Y eso por no hablar de los cargos que estos partidos tienen atornillados en las entidades financieras que desahucian a la gente. Así que menos gritos, Milagritos.
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