Quizás una de las nuevas acepciones de la política sea la de generar discursos envolventes y con capacidad de servir de pantalla deflectora (lo que hemos aprendido con las películas galácticas, oye) que protejan a las administraciones o partidos de todo tipo de ataques. Así, ante el lanzamiento por parte de la oposición de un incumplimiento zumbón o de un retraso explosivo, bastará con activar ese discurso-burbuja que vendría a ser, en clave política, el mismo recurso que los niños utilizan en los recreos para zanjar sus diferencias: “rebota, rebota, que en tu culo explota”.
Fijémonos ahora en el extraordinario rendimiento que la Junta de Andalucía está obteniendo estos días del descarado lema “Las personas primero”, empleado como escudo anti-retrasos infraestructurales.
Ahora que desde el PP y el Colegio de Médicos le están volviendo a recordar a la Junta que el PSOE prometió en 2007 a los almerienses un hospital materno-infantil que entraría en servicio en 2011, y que en 2013 no hay más que un solar con una primera piedra, los socialistas responden que “las personas primero y las obras cuando se pueda”. Y eso, claro, les vale para el hospital y para la autovía del Almanzora y para la Plaza Vieja y en realidad para todo, porque eso de priorizar a las personas es algo tan indiscutible como insignificante. Nadie puede estar en contra de que las personas estén antes que cualquier otra cosa, del mismo modo que nadie puede explicar dónde termina la necesidad personal y dónde comienza el interés público.
Espero, sinceramente, que ellas y ellos sean conscientes del alcance de su autoengaño, porque de lo contrario habríamos de admitir que a su hoja de ruta, además de su contrastada ineficacia, han añadido ahora el infantilismo.
Es preferible ser gobernado por unos caraduras que por unos idiotas.
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