Ayer fue, informativamente hablando, uno de esos días en que parece que todo se pone boca abajo. Por la mañana las televisiones no se hartaron de ofrecernos escenas de llanto y de dolor. Los sufridos habitantes de la c uenta minera de León acudieron en masa a despedir los cuerpos de los cincos mineros asfixiados en el pozo Emilio del Valle. Entre la gente vimos algún representante del PSOE e IU. Ninguno del Ministerio de Industria.
Hubo gritos contra el Gobierno y el convencimiento popular de que la tragedia pudo evitarse. Por otro lado, en el Congreso los diputados discutían sobre el espionaje. El día anterior habíamos dicho casi todos que era culpa de Estados Unidos, nuestro Gran Hermano, pero ahora desde América pasan factura atribuyendo a España y Francia el espionaje masivo. ¿De quién nos fiaremos? Entre mentirosos anda el juego.
Dice Rajoy que si se descubre que nos miran por debajo de la puerta diremos a USA que esas cosas son inaceptables. Buenos somos nosotros para tolerar semejante violación de los derechos humanos. Como prueba de que los yanquis tendrán su merecido, acudirá al Congreso el director del CNI, quien por cierto acaba de declarar que en materia de espionaje no puede abrir la boca. Ayer también supimos que estábamos en deflación. Algunos tertulianos de la tele trataron de explicarnos qué fuese esa palabra. Parece que e s como una bajada de tensión que no te mata pero puede llevarte a la tumba. Por la deflación bajan los precios, lo cual siempre es saludado con gusto por el consumo. Pero visto del otro lado, la bajada de precios cierra empresas, aumenta el paro, prepara más días de gran infortunio para los pobres.
En medio de estas duras escenas de luto y de llanto, solo la ministra de Sanidad parece estar contenta. Al parecer ha descendido el gasto de medicinas sobre todo si tomamos el año 2011 como puntote partida saltándonos el 2012. ¡Qué bien que cuentan estos políticos cuando quieren! Y así, trampa aquí, falsa promesa allá, nos encontramos a dos fechas del Día de los Difuntos. “Dies irae, dies illa”. La vida en rosa pero en los cementerios. Tristeza y terror de exportación, o sea, Hallowen.
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