En la montaña rusa de buenas y malas noticias, siempre dentro de la gravedad de la crisis, hay una constante trágica: las cifras macroeconómicas tienden a mejorar y los desequilibrios a controlarse, lo que siempre se celebra, pero no hay forma de crear empleo. Esto es así en todo el mundo y de forma más dramática en España. La Organización Internacional del Trabajo acaba de publicar unos datos escalofriantes: puede considerarse que la crisis económica internacional queda atrás, salvo en algunos países como el nuestro con recuperación rezagada, pero no se crea empleo. Esto así no va, ni se arregla, porque la ciudadanía vive de su trabajo y no de estadísticas macroeconómicas, por favorables que sean algunas. Los últimos datos de la Encuesta de Población Activa son el jarro de agua fría sobre el triunfalismo del Gobierno y sus terminales mediáticas.
¿Qué hacer? Nadie parece saberlo pero Josep Borrell, ex ministro y expresidente del Parlamento Europeo, se atreve a dar una pista: "Para salir de la crisis necesitamos una reconversión ecológica de la economía y otro modelo productivo en España y en la Unión Europea". Estamos mal pero, sin que suponga consuelo alguno, sabemos que, además de Grecia y Portugal, Italia tiene graves problemas y alto desempleo y Francia se aguanta con pinzas. Es toda Europa la que necesita repensar su modelo productivo.
Europa necesita revisar su modelo productivo pero España de forma especial y eso pasa básicamente por la reindustrialización. Ese es el debate fundamental. Reindustrializar con decisión dando voz a los ingenieros, en vez de hostigarlos con normas que dañan sus atribuciones profesionales. Apoyar a los empresarios y emprendedores que tengan proyectos serios para crear empleo, en vez de ofrecerles solo palabras. Reforma educativa perdurable que no se inspire solo en la ideología, como está sucediendo, sino en la necesidad de formar nuevos profesionales para una estructura económica distinta.
Una estructura capaz de generar el empleo que ahora ni existe, ni se ve venir y que puede condenar a los jóvenes de menos de treinta y a los mayores de mas de cincuenta a consolidar una bolsa de frustración de expectativas injusta e inquietante.
O buscamos decididamente la construcción de otro modelo productivo o será muy difícil salir. No hay otra.
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