En la mejor novela de Ernest Hemingway Por quién doblan las campanas, aparece un gran reportaje de la ofensiva republicana contra Segovia en mayo de l937. Cuando el autor busca un título de garra se acuerda de un párrafo del poeta inglés John Donne. Hélo aquí: “Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo del continente; una parte de la tierra; si el mar se lleva una porción de tierra toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia, la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad; y por consiguiente nunca hagas preguntas por quién doblan las campanas; doblan por ti”.
Como se sabe, Hemingway toma partido a medida que va conociendo la España profunda si bien más allá de las luchas políticas lo que denuncia es la tragedia colectiva de la guerra civil. Afortunadamente ya no estamos matándonos unos a otros por esas cosas que todos solemos enmascarar con feos eufemismos que hasta los más lerdos entienden, pero tampoco debemos hacernos demasiadas ilusiones- El PP está ya casi en empate técnico con el PSOE. Las espadas, por tanto, cuelgan de lo alto. Aunque la derecha diga que bajará los impuestos y que, una vez superada la crisis, volverá el nivel de vida que perdieron las clases medias, no debemos fiarnos. La reforma laboral, si es que ha tenido alguna ventaja, ha sido para las grandes empresas. No hablemos ya del despido libre y de los sueldos de hambre ante el dilema o lo tomas o lo dejas. Sobre el tema del aborto, me remito a lo que está saliendo estos días tras la zorrería de votar en conciencia y luego dejar que la conciencia se la coma un burro. Tampoco han hecho gran cosa por reconocer las víctimas el franquismo. En este plan ¿ qué puede hacer la izquierda? Lo primero convencerse de que las campanas doblan por todos nosotros y que si no cultivamos la unidad junto con la solidaridad, es imposible que cambie la política social de la derecha. Ellos seguirán salvando con nuestro dinero sus instituciones en bancarrota. Hay que agruparse y dejarse de matices semióticos de escuela judaica, e ir a lo que importa. Tampoco será la lucha final, pero al menos descansaremos.
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