Ha pasado un año desde que comenzamos a ser testigos de las primeras señales del desmantelamiento de Calar Alto. Un año entero de desmentidos por parte del Gobierno que han sido recogidos por los medios de comunicación como nebulosas interestelares a punto de ser engullidas por un agujero negro que se tragó, al fin, cualquier esperanza.
Todo lo que indicaba que iba a ocurrir en nuestro pequeño universo provincial ha terminado por pasar: los trabajadores del observatorio astronómico irán a la huelga por su negativa a asumir un recorte del 60 por ciento en el presupuesto del centro. Por este mismo hecho, ya conocimos hace unas semanas que el nuevo director había presentado su renuncia ante la imposibilidad de gestionar el observatorio con tan escasos recursos económicos.
Entre una y otra medida, se han producido nueve despidos en los servicios de limpieza y cocina, en una letal deriva de incomprensibles acontecimientos que afectan a un centro de reconocido prestigio internacional con una trayectoria impecable en materia de investigación y divulgación, desde su inauguración en 1979.
No se entiende que el gobierno de Rajoy se ensañe de esta manera con nuestra provincia. No solo no invierte en aquello que es vital para seguir avanzando en cuestiones tan necesarias como las comunicaciones, sino que hace unos meses - casi de tapadillo- tomó la decisión de cerrar el Centro de Gestión del Tráfico de Almería y va camino también de cargarse literalmente el observatorio astronómico.
Si el Partido Popular no lo remedia, Calar Alto está a punto de entonar una de las frases más reproducidas del cine de ciencia ficción: "Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir".
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