Consumidores nos quejamos por no estar en la mesa del aeropuerto

Juan Torrijos
20:41 • 10 abr. 2014

Deben dar muy bien de comer los del aire, y si es así, entiendo que los consumidores quieren sentarse en la mesa. Si encima las azafatas de la mesa son como las que salen en las películas entiendo las ansias por sentarse entre ellas. Me han llamado los antiguos compañeros del colegio San José (en la Almedina de los años sesenta), y se quejan de que ellos tampoco están en la dichosa mesa. Y no serán los únicos.


A partir de ahora el “guasa” y el teléfono no van a parar ante las llamadas y denuncias de los que también quieren sentarse. Y los comprendo. En tiempos de crisis todos desean comer bien, y es de imaginar que en una mesa del aeropuerto no faltaran las buenas viandas. No me he quedado con todos los asistentes, ¿saben ustedes si los pescadores almerienses, con Antonio Quero y Gallart están en la mesa? Si lo hacen, yo exijo que los puñeteros plumillas pertenezcan también a la misma. Con el Nene y José María vamos a tener los mejores rayaos del mundo. Y la mesa obtendría buena crítica, que tampoco es mal asunto en los tiempos que corren.


No me parece mal que los agricultores de Coag y Asaja estén en la mesa, tienen un papel importante en el futuro de nuestra provincia, y especialmente si nos da por mandar los tomates volando, alguno lo ha hecho ya (y si no tiene miedo a las alturas, el tomate) el viaje es todo un portento.




Entiendo por lo tanto que Vargas y Góngora se sienten con los conmilitones del aeropuerto, y pongan sus mejores frutos en las futuras rutas del cielo. Con ellos el éxito de la mesa está asegurado. Pero que no se olviden de Quero y de Gallart. Sin ellos la mesa, mucha verdura, lo mismo demasiada.


Tengo un amigo que asegura que si quieres tener el cuerpo sano no lo metas a hortelano. Pero no se refiere a comer verdura, sino a doblar el espinazo ante los surcos del arao. No están las cinturas para esos esfuerzos.




¿Y los del mármol? No los he visto en la lista. Pues no debían faltar. El mármol también podía volar. Pesa un poco más, pero no es para tanto. Tampoco a doña Trinidad, la presidenta de la autoridad portuaria. Lo mismo el aeropuerto ha hecho lo que hace ella con sus trabajadores, prohibirles asistir a los actos que ella organiza y a la que acusa el enmascarado solitario de hacerlo en pantalón vaquero. Y el Pp sin querer asistir. Estos del Pp.





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