“Vivimos en una sociedad de la información que nos satura indiscriminadamente de datos, todos en el mismo nivel, y termina llevándonos a una tremenda superficialidad a la hora de plantear las cuestiones morales. Se vuelve necesaria una educación que enseñe a pensar críticamente y que ofrezca un camino de maduración en valores”. La reflexión es muy interesante y, por tanto, no es mía. Es del Papa Francisco, y forma parte de su primera exhortación apostólica, titulada “Evangelii gaudium” (La alegría del Evangelio), que ha sido publicada recientemente.
Lo que sí es mío es el respingo que pegué cuando leí que la Delegación Diocesana de Hermandades y Cofradías de Semana Santa de España había remitido una petición a la Casa Real, a la Federación Española de Fútbol y a los equipos implicados este año, F.C. Barcelona y Real Madrid, para que la Final de la Copa del Rey no vuelva a disputarse en Semana Santa. Como supongo que saben, hoy se juega la esperada final de esta competición y que el apasionante partido coincide con numerosos desfiles procesionales en toda España. Cabría preguntarse si lo que preocupa de verdad a las hermandades a la hora de remitir esa petición es la posible disminución de afluencia de público a las procesiones o la incomodidad con la que desfilarán (el verbo “procesionar” no existe) esta noche algunos cofrades sumidos en el fastidio de perderse –ahí es nada- una final configurada como el clásico futbolístico español por excelencia. Pero claro, y aquí es donde reside la almendra mística del caso, si la prioridad del cofrade está antes en el fútbol que en su Hermandad, a ver qué demonios pinta con el cirio en la mano. Otra cosa es (permítanme que haga de abogado del diablo balompédico) salir con un pinganillo radiofónico oculto por el capirote para poder seguir el partido. No creo que sea pecado y, si lo es, seguro que es venial.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/9/opinion/58790/pinganillos-bajo-los-capiruchos