Genial conclusión de The Economist: Mariano Rajoy y Artur Mas son dos besugos

A. R. Mendizábal
01:00 • 16 ago. 2014

Está en español en el original: besugos. No merluzos, sino besugos. ‘Sea breams’ en inglés, no ‘hakes’. Es la descripción que hace la revista The Economist del diálogo de sordos en las alturas del poder sobre la cuestión catalana. El artículo, que aparece en el número que se pone a la venta este fin de semana y lleva fecha de 16 de agosto, se titula así: “Política española: se avecina un año caliente”.


Al poner la vista en el ca­len­da­rio, el se­ma­nario no tiene du­das: está “dominado por el se­pa­ra­tismo ca­talán y las elec­cio­nes”. Para sep­tiembre está pre­vista la apro­ba­ción de la Ley Catalana de Consultas que trata de puen­tear la Constitución para ha­bi­litar el 9-N. Luego, en mayo de 2015 son las elec­ciones mu­ni­ci­pales y a final de año las ge­ne­ra­les.


En un breve bos­quejo del pai­saje ac­tual, re­salta el bajón del PP en las eu­ro­peas y en las úl­timas en­cuestas y cómo el PSOE “está aún peor”. Por el con­tra­rio, la irrup­ción de Podemos, “parte de una nueva ola de par­tidos ra­di­cales que han emer­gido del nau­fragio de la crisis eco­nó­mica en Europa”. Como pin­ce­lada que añade es­pesor a la salsa, el océano de co­rrup­ción, ya se­gunda preo­cu­pa­ción de los es­pa­ñoles tras el paro. De guinda en este ne­go­ciado, lo de Pujol.




No es la pri­mera vez en los úl­timos tiempos que The Economist aborda el so­be­ra­nismo ca­ta­lán. Y tam­bién como en las an­te­riores oca­sio­nes, des­liza frases y con­ceptos no sólo im­pre­ci­sos, sino abier­ta­mente erró­neos, por no ca­li­fi­carlos con más cru­deza. Son va­rios, y en su con­junto po­drían in­ducir a pensar que pese al apa­rente es­fuerzo de ob­je­ti­vidad e im­par­cia­lidad in­for­ma­tiva, la re­vista po­dría estar más cerca del so­be­ra­nismo de lo que se de­bería su­po­ner.


Por ejem­plo: en el primer pá­rrafo y tras ex­plicar lo de diá­logo de be­sugos entre Rajoy y Mas, pro­clama: “Con los par­tidos tra­di­cio­nales de España a la baja y el se­pa­ra­tismo ca­talán al alza, puede que pronto se vean for­zados a tener un diá­logo como es de­bi­do”. ¿Todavía no se ha en­te­rado de que al menos desde la con­fe­sión de Jordi Pujol ese in­de­pen­den­tismo está dando sín­tomas de haber per­dido fuerza?




Otro ejem­plo: en el se­gundo pá­rrafo afirma que en la úl­tima reunión en la Moncloa con el pre­si­dent de la Generalitat, Rajoy “perdió la opor­tu­nidad de en­ta­blar esa dis­cu­sión” seria del pro­blema. ¿Sólo Rajoy perdió la opor­tu­ni­dad, o los dos? O tal vez nin­guno, porque Mas en­tregó sus 23 de­mandas y Rajoy las re­cogió y las dio a es­tu­diar.


Hay otros sesgos pa­re­ci­dos, pero con todo tam­bién le pone tarea a Artur Mas: si el Tribunal Constitucional tumba la ley de Consultas, eso for­zaría al pre­si­dent “a la cua­dra­tura del círculo: ha pro­me­tido ambas co­sas, si­tuarse dentro de la ley y con­sultar a los ca­ta­lanes sobre la in­de­pen­den­cia”. Una sa­lida se­ría, como es sa­bido, ade­lantar las elec­ciones au­to­nó­mi­cas, aunque el re­sul­tado fa­vo­re­cería a ERC y a otros par­tidos ra­di­ca­les.




Una se­gunda sa­lida es la ‘tercera vía’ del fe­de­ra­lismo que pro­pugnan al­gu­nos, entre ellos los so­cia­lis­tas, y que “está ga­nado im­pulso entre los vo­tantes en toda España”. Pero una ad­ver­ten­cia: “Si Escocia vota a favor de in­de­pen­di­zarse del Reino Unido en el re­fe­réndum del 18 de sep­tiem­bre, eso sen­taría un pre­ce­dente en la Unión Europea y le daría un em­pujón a las pa­siones se­pa­ra­tistas ca­ta­la­nas”. Aunque la re­vista no men­ciona el caso con­tra­rio: que el triunfo del No en Escocia he­laría esas pa­sio­nes.


¿Qué puede ocu­rrir a me­dida que pasan las hojas del ca­len­da­rio? The Economist alega que Rajoy “espera que le ayu­dará entre los elec­tores la na­ciente re­cu­pe­ra­ción”, con­fir­mada pro­vi­sio­nal­mente con el cre­ci­miento del 0,6% en el se­gundo tri­mes­tre, además de por la crea­ción neta de em­pleo el úl­timo año. Añade: “Un rá­pido des­pegue po­dría ayudar al PP, aunque hay un pe­ligro en el fre­nazo al au­mento de las ex­por­ta­cio­nes”.


A fin de cuen­tas, el ar­tículo da por se­gura una cosa: que “la po­lí­tica es­pa­ñola está frac­tu­rán­do­se”. Como re­sul­tado de ello, los par­tidos ten­derán a tener menos res­paldo y pro­ba­ble­mente ten­drán que formar coa­li­ciones para go­ber­nar. Por tanto, “más tarde o más tem­prano, los be­sugos ten­drán que ha­blar­se”. Y para que quede bien gra­bada la idea, el ar­tículo va ilus­trado por un pre­cioso, di­ver­tido, des­ter­ni­llante e im­pla­cable di­bujo del chi­leno Claudio Muñoz: dos be­sugos es­cép­ticos se retan y se miran fi­ja­mente a la cara, no a la es­palda.



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