Está en español en el original: besugos. No merluzos, sino besugos. ‘Sea breams’ en inglés, no ‘hakes’. Es la descripción que hace la revista The Economist del diálogo de sordos en las alturas del poder sobre la cuestión catalana. El artículo, que aparece en el número que se pone a la venta este fin de semana y lleva fecha de 16 de agosto, se titula así: “Política española: se avecina un año caliente”.
Al poner la vista en el calendario, el semanario no tiene dudas: está “dominado por el separatismo catalán y las elecciones”. Para septiembre está prevista la aprobación de la Ley Catalana de Consultas que trata de puentear la Constitución para habilitar el 9-N. Luego, en mayo de 2015 son las elecciones municipales y a final de año las generales.
En un breve bosquejo del paisaje actual, resalta el bajón del PP en las europeas y en las últimas encuestas y cómo el PSOE “está aún peor”. Por el contrario, la irrupción de Podemos, “parte de una nueva ola de partidos radicales que han emergido del naufragio de la crisis económica en Europa”. Como pincelada que añade espesor a la salsa, el océano de corrupción, ya segunda preocupación de los españoles tras el paro. De guinda en este negociado, lo de Pujol.
No es la primera vez en los últimos tiempos que The Economist aborda el soberanismo catalán. Y también como en las anteriores ocasiones, desliza frases y conceptos no sólo imprecisos, sino abiertamente erróneos, por no calificarlos con más crudeza. Son varios, y en su conjunto podrían inducir a pensar que pese al aparente esfuerzo de objetividad e imparcialidad informativa, la revista podría estar más cerca del soberanismo de lo que se debería suponer.
Por ejemplo: en el primer párrafo y tras explicar lo de diálogo de besugos entre Rajoy y Mas, proclama: “Con los partidos tradicionales de España a la baja y el separatismo catalán al alza, puede que pronto se vean forzados a tener un diálogo como es debido”. ¿Todavía no se ha enterado de que al menos desde la confesión de Jordi Pujol ese independentismo está dando síntomas de haber perdido fuerza?
Otro ejemplo: en el segundo párrafo afirma que en la última reunión en la Moncloa con el president de la Generalitat, Rajoy “perdió la oportunidad de entablar esa discusión” seria del problema. ¿Sólo Rajoy perdió la oportunidad, o los dos? O tal vez ninguno, porque Mas entregó sus 23 demandas y Rajoy las recogió y las dio a estudiar.
Hay otros sesgos parecidos, pero con todo también le pone tarea a Artur Mas: si el Tribunal Constitucional tumba la ley de Consultas, eso forzaría al president “a la cuadratura del círculo: ha prometido ambas cosas, situarse dentro de la ley y consultar a los catalanes sobre la independencia”. Una salida sería, como es sabido, adelantar las elecciones autonómicas, aunque el resultado favorecería a ERC y a otros partidos radicales.
Una segunda salida es la ‘tercera vía’ del federalismo que propugnan algunos, entre ellos los socialistas, y que “está ganado impulso entre los votantes en toda España”. Pero una advertencia: “Si Escocia vota a favor de independizarse del Reino Unido en el referéndum del 18 de septiembre, eso sentaría un precedente en la Unión Europea y le daría un empujón a las pasiones separatistas catalanas”. Aunque la revista no menciona el caso contrario: que el triunfo del No en Escocia helaría esas pasiones.
¿Qué puede ocurrir a medida que pasan las hojas del calendario? The Economist alega que Rajoy “espera que le ayudará entre los electores la naciente recuperación”, confirmada provisionalmente con el crecimiento del 0,6% en el segundo trimestre, además de por la creación neta de empleo el último año. Añade: “Un rápido despegue podría ayudar al PP, aunque hay un peligro en el frenazo al aumento de las exportaciones”.
A fin de cuentas, el artículo da por segura una cosa: que “la política española está fracturándose”. Como resultado de ello, los partidos tenderán a tener menos respaldo y probablemente tendrán que formar coaliciones para gobernar. Por tanto, “más tarde o más temprano, los besugos tendrán que hablarse”. Y para que quede bien grabada la idea, el artículo va ilustrado por un precioso, divertido, desternillante e implacable dibujo del chileno Claudio Muñoz: dos besugos escépticos se retan y se miran fijamente a la cara, no a la espalda.
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