Si existe un comportamiento social que no nos podemos permitir de ninguna de las maneras es la indiferencia ante conductas o decisiones arbitrarias, injustas o inadmisibles en las instituciones públicas.
Vaya por delante que el juego sucio, los malos ejemplos, las mezclas de política, negocios y familia - la corrupción para que ustedes me entiendan - es un comportamiento personal, atribuible de manera exclusiva a las personas que practican esas malas artes, que puede darse en cualquier casa o formación, incluidas las de nuevo cuño.
Ante esa realidad, los partidos políticos pueden luchar para combatirla, como hace la presidenta del Gobierno andaluz, Susana Díaz, sea quien sea o se llame como se llame el que la haga, o pueden mirar para otro lado como hace Rajoy en España, cuando le dice a Bárcenas, “aguanta Luis, aguanta”. Sin embargo, también la sociedad tiene mucho que decir en todo esto, ya que se puede mirar para otro lado ante esos comportamientos o se puede no ser indiferente y perseguirlos o castigarlos también socialmente.
La política, los negocios y la familia, deben estar cada una en su sitio y alejadas claramente; al menos, la política de los negocios y de la familia. Pero hay veces en las que algunas personas hacen que todo eso viaje junto, sentado en el mismo vagón, y lo terrible es que la sociedad permanezca indiferente. El presidente del PP en Almería, Gabriel Amat o el propio alcalde de la ciudad podrían dar una tesis doctoral sobre ello, pero hoy no me voy a centrar en ellos, piensen ustedes.
No podemos ser indiferentes, ni políticos ni sociedad ante cualquier mal ejemplo, ya sea el de un teniente de alcalde que riega sus olivos con agua potable de la red pública en Vélez Rubio, o con un alcalde como el de Garrucha que contrata las reparaciones de los vehículos municipales con su taller, tal y como ha reconocido en un Juzgado.
Y no se puede ser indiferente ante el hecho de que el alcalde de La Mojonera y sus concejales adjudicasen obras con informes desfavorables, e incluso que contrataran esas obras con empresas pertenecientes a socios que lo son o lo han sido del alcalde, que además llegó a vender y permutar bienes de su Ayuntamiento con la empresa de la que él mismo y un concejal del Partido Popular en Roquetas de Mar eran socios.
En la derecha, en esa que toma decisiones en muchos lugares desde hace mucho tiempo, todo esto que he comentado es marca de la casa y no van a cambiar. Pero lo que a mí realmente me preocupa es que los ciudadanos no se involucren y rechacen todo esto. Como decía Martin Luther King: “no me duelen los actos de la gente mala, sino la indiferencia de la gente buena”.
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