El estercolero

Diego Cervantes
01:00 • 06 nov. 2014

La crisis económica viene castigando desde hace años a millones de españoles y apenas se perciben indicios de solución, tal que está degenerando en una crisis política del sistema. El empobrecimiento de las clases medias, el paro en magnitudes insostenibles,  la precariedad y los salarios de miseria, la emigración de los jóvenes más preparados y la sobreexplotación laboral,  es la consecuencia de un capitalismo descontrolado por unos poderes públicos que mandan en instituciones democráticas, pero se muestran incapaces de “poner orden” para evitar el incremento de la desigualdad y de la injusticia social. El grito en las calles:  “¡que no, que no nos representan!”  muestra de forma clara la insatisfacción y el desconcierto de un sistema que se tambalea. La democracia solo necesita una preocupación a la que todos debemos atender, y solo unos pocos persiguen, cual es, construir una sociedad más justa e igualitaria, donde los derechos y obligaciones se repartan por igual y donde la economía esté al servicio del interés general. ¡Solo eso y nada más que eso! Frente al “como va lo mio” está lo de todos.


 


Analizar errores Nunca entendimos cómo España tuvo un siglo XIX y XX lleno de luchas intestinas, porque jamas en nuestro país analizamos nuestros errores para enmendarlos. Después de conflictos gravísimos, corrimos un velo,  como en la Transición, para luego, como ahora, volver a caer en los mismos males. Hemos vivido una constante lucha de clases donde los poderes dominantes, siempre económicos y acompañados de “castas políticas”  abusaron del pueblo trabajador y convirtieron la “Política” en un estercolero.  La corrupción que hoy sufrimos en España es un mal endémico y no se vislumbran intenciones de limpiarla. Los partidos responsables intentan salvar la cara a destiempo, los empresarios compran favores y los ciudadanos se indignan pero no se organizan. No existe un tejido civil, la Universidad muda y paralizada, la abogacía desarticulada y  con ausencias de plataformas democráticas para proponer medidas eficaces. Solo existen las redes sociales que hasta ahora solo constituyen un parlamento del cotilleo.




La mayoría de la prensa es otro ejemplo de subordinación económica. Su objetivo es la propia supervivencia, y si es necesario, se pervierte la información. Produce sonrojo “la caza al político” practicada por algunos medios de comunicación con el único objetivo de obtener más lectores. Hay quien ha logrado potenciar hasta un partido que carece de la mas elemental base de personas para afrontar el trabajo político desde los municipios. Si a esta situación le añadimos la persistencia de columnistas que subidos a este carro siempre atacan a los más débiles, el circulo se cierra. En Almería un individuo de esta especie, criticaba a Rafael Esteban, candidato de IU, por llevar mucho tiempo de concejal, como si tener experiencia fuera un mal  y a pesar de ser el único candidato que ha pasado por unas primarias. No criticaba al alcalde designado candidato del PP que lleva veinticuatro años, al del PSOE,  o a si mismo, que ya jubilado sigue la muy agradecida máxima de respetar a los fuertes y ensañarse con los débiles. Si la corrupción estuviera solo en los políticos seria todo mas fácil.






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